EL POEMA QUE SE LE OLVIDÓ A ALGUIEN CUYO NOMBRE NO
PUEDO RECORDAR
Compongo un cielo de aeroplanos rojos sobre el mar.
Compongo una escalera de cartón hacia mis sueños
y un gato rojo que sabe japonés
escala por mis días. Y un Bashō sideral
(o José Watanabe y su biblia de cilantro)
me permiten que me siente un instante, junto a ellos, en las
nubes.
Mi mente, hermano mío, es una mesa donde los niños
comen sus propios corazones
y los mapas se doblan hacia dentro
sobre otoños que renuncian al espacio y al tiempo
que hay entre el mundo y la muerte.
SER ALGUIEN ES UN TRABAJO DE TIEMPO COMPLETO
(POR QUÉ EL AUTOBULLYING ES LA ÚNICA FORMA DE RESISTIRA
[infinitamente frágil]
Una gran experiencia es ser abandonado
por todos los que no existen,
pero usan trajes y cajas de cartón para vestirse.
Yo también salí a veces con una máscara idéntica a mi rostro.
Asusté a varios niños, los confundi,
les di cajitas de cartón para que puedan ocultarse.
Lloramos juntos,
los abracé con fuerza
y me fui para siempre.
UN GÓSPEL INFRAORDINARIO
(UN CUENTO PARA CONVERTIRSE EN FANTASMA, HIJA)
Como en el poema
que jamás escribiré
hablando de astronautas soviéticos
entre el duraznero y el apocalipsis,
en un lugar humilde
reconocí hace años
junto a mis posters de jardines de arena-
que nunca llegaría a los vértices rotos
donde viven los pequeños animales
que no narra la luz.
El uso progresivo de la debilidad Juan José Rodinás Pre-Textos (Valencia, 2022) 92 páginas 17,00 € |