Crónicas desorbitadas

Una librería en La Habana

Foto: Héctor Garrido

En la pared de la habitación de ArteHotel en la que me hospedé durante una reciente visita a La Habana hay escrito un poema que dice así:

Me desordeno, amor, me desordeno
Cuando voy en tu boca, demorada;
Y casi sin por qué, casi por nada,
Te toco con la punta de mi seno

Te toco con la punta de mi seno
Y con mi soledad desamparada;
Y acaso sin estar enamorada
Me desordeno, amor, me desordeno.

Es un soneto de la poetisa cubana Carilda Oliver (Matanzas, 1922-2018). Lo escribió con veinticuatro años, antes de dedicarle un impecable poema épico al Fidel Castro de Sierra Maestra. Esta abogada, profesora, poeta, y agitadora cultural, conquistó más tarde a la audiencia de la televisión cubana con su simpatía y su osada sensibilidad. De hecho, si a cualquier cubano, hombre o mujer, le balbuceas «Me desordeno… » probablemente te recitará el soneto hasta sus dos últimas estrofas:

Y mi suerte de fruta respetada
Arde en tu mano lúbrica y turbada
Como una mal promesa de veneno;

Y aunque quiero besarte arrodillada
Cuando voy en tu boca, demorada,
Me desordeno, amor, me desordeno.

Me interesé por el poema y el fotógrafo Héctor Garrido, amigo y anfitrión, me sugirió que lo acompañara a una curiosa librería donde iba a dejar unos ejemplares de su Cuba Iluminada. Cuba Iluminada es un libro de gran formato que también pudo llamarse «Cuba Ilustrada» porque es una extraordinaria colección de retratos de la intelectualidad cubana, del mundo de la literatura, de la pintura, del cine, de la arquitectura, de la danza, también de la ciencia y del pensamiento. Retratos exquisitamente iluminados de las mejores cabezas que ha dado esta nación, de lo que podríamos llamar la Iluminación o la Ilustración cubana. Entre ellas, por supuesto, Carilda Oliver.

Me acerqué con Héctor en un almendrón hasta la librería, que efectivamente resultó ser la más singular que he pisado en toda mi vida. Se encuentra en una casa destartalada en la calle L, entre 19 y 21. No tiene ningún cartel que la anuncie. Hay varios perros deambulando o dormitando en el que fuera una vez el jardín frontal de la casa, hoy barro yermo. Una tabla entre dos columnas del soportal sostiene pequeñas pilas de libros de temas abigarrados. Literatura cubana y sudamericana, novelas, cuentos, ensayos, junto con clásicos de otras culturas. En dos estanterías maltrechas apoyadas en las paredes frontal y lateral del soportal hay libros de autoayuda y de formación profesional, cuyas páginas agita el viento que ha traído el frente «frío» que visita la isla estos días. Aparece el librero. Es un hombre de mediana edad, pulcramente vestido, con un rostro semioculto por la mascarilla en el que destacan dos grandes ojos. Empieza a hablar, acercándosete a la cara sin dejar de mirarte y sin intención de parar; y no para. Está preocupado por su seguridad a raíz de un libro que acaba de aparecer. Se trata de Muerte en La Habana, una novela negra escrita por Rubén Gallo basada en el asesinato en 2014 de un empresario español en el ambiente sórdido de la entonces perseguida homosexualidad de La Habana. El libro ha sido publicado por la editorial mexicana Vanilla Planifolia. Gallo es un escritor y crítico mexicano, profesor de la Universidad de Princeton, que en 2017 sorprendió al mundo literario latinoamericano desvelando la cara oculta de la isla en un libro titulado Teoría y práctica de La Habana. «Oye», dice el librero, «este tipo puso en mi boca unas cosas que me van a traer problemas. Una cosa es que tú le cuentes a alguien lo que pasa en esta ciudad y otra que lo ponga negro sobre blanco en un libro. Eso me va a traer problemas». El librero se llama Eliezer Jiménez. Habla con rotundo acento cubano y un vocabulario culto. Coge el libro de Héctor y mira con atención la magnética foto de la bailarina Viengsay Valdés que luce en la portada. Abre el libro. Le interesa. Reconoce a casi todos los intelectuales que aparecen en él y nos cuenta cuentos incontables de algunos de ellos. «Este libro es una joya. Lo venderé aquí, déjame algunos. Aunque en esta ciudad ya nadie vende una mierda. Esta ciudad está muerta y a mi me van a matar», dice sin mucha convicción.

Foto: Héctor Garrido

«¿Qué libro buscas?» Bueno, le digo, quisiera comprar el libro donde Carilda publicó lo de me desordeno amor. Héctor apunta que debe ser el Calzada de Tirry 81 pero él sostiene contundente: «en ese está, pero se publicó por primera vez en 1958 en Memoria de la fiebre. Te lo traigo ahora». Abre la puerta para entrar en la casa y la cierra tras de sí. Me extraño y me asomo a una ventana enrejada desde la que se ve el interior. No doy crédito a lo que veo. Es una habitación amplia que debió ser el gran salón recibidor de la casa, donde ahora hay perros y enormes columnas de libros apoyadas directamente en el suelo. No hay estantes. Ningún estante. Los libros, miles, están acopiados en esas montañas de las que el librero extrae los ejemplares que le piden los clientes cuidando de no provocar un alud con los libros de los niveles superiores. Cómo sabe dónde están es algo misterioso. Pero lo cierto es que de los cuatro libros que le pedimos, tres (El rey de La Habana de Pedro Juan Gutiérrez, Como polvo en el viento, de Leonardo Padura, y El Aleph de Borges) los encontró, y el cuarto, el de Carilda, dijo que nos lo daría al día siguiente, que tenía que buscarlo. No lo encontró y me regaló dos pequeños poemarios de la escritora de Matanzas. Dicen que son los perros -que entran y salen cada vez que el librero abre la puerta del caserón- los que encuentran los libros con su olfato o le ayudan a encontrarlos. No lo sé, pero esos perros son algo consustancial a la librería. Como lo es el desorden.

Todas las librerías y bibliotecas del mundo tienen un orden cristalino. Los estantes suelen ser compartimentos idénticos o de similares dimensiones, siempre de simetría ortogonal, formando una retícula de huecos separados por paneles verticales y por las baldas horizontales. Los ordenados estantes contienen libros que a su vez están ordenados por temáticas y éstas, quizás, ordenadas alfabéticamente por títulos o por autores. Esa estructura reticular permite que cualquiera, libreros y clientes, bibliotecarios y lectores, o la policía, pueda encontrar fácilmente cualquier obra. El orden es la propiedad más notable de una librería. Por eso todas las librerías del mundo tienen una estructura reticular. Todas menos la librería de Eliezer. Como la enamorada de Carilda, la librería de Eliezer está desordenada. De tener algún orden sería fractal y estaría en la mente del propio Eliezer. Él sabe que esa es la geometría que ha de tener su librería y lo explica así: «El caos es mi salvaguardia, mi protección. Tú imagínate que viene la policía a buscar pruebas de que vendo libros, documentos, manuscritos o pasquines que no debo vender. Vienen y ven este caos de libros y de perros y no entran. ¿Pa qué? ¿Dónde van a buscar? No hombre, no. Ese desorden es mi protección».

Nos permitió conocer el interior de la vivienda. No suele hacerlo. Pasamos con cuidado a través de pasillos entre pilas inestables de libros, pisando folletos y libelos meados por perros. Todas las habitaciones, todas, están abarrotadas de libros, no ya pilas, sino rimeros de libros, revistas y documentos que en algunos casos llegan hasta el techo y ocupan por completo la habitación. Posa para Héctor y acepta que el fotógrafo vuelva para una sesión más pausada. Eliezer es un artista, es parte de la Cuba Ilustrada, y él mismo y esta librería única son sus mejores obras.

La geometría de la librería de Eliezer me recuerda otra batalla de formas y fondo que se libró en Cuba en los años sesenta. Los rusos exigieron detener la avanzada construcción de la revolucionaria arquitectura de la Universidad de las Artes de Garatti, Gottardi y Porro, con sus cúpulas en forma de senos, sus edificios serpenteantes, sus estructuras uterinas, sus talleres y aulas abiertos 360º a la naturaleza tropical, a la libertad de creación… Fue una medida ejemplarizante, un pretexto para imponer por toda la isla la arquitectura funcional del constructivismo soviético, uniforme, fascista, fría, rectilínea, ausente de curvas, de empatía, y por más, técnicamente fallida. Lograron afear la isla con miles de bloques insulsos, internamente cuadriculados, ortogonales, hoy desvencijados, como vengados por la humedad caribeña, por la cubanidad. Pero yo guardo la esperanza de que la ciudad que supo convertir la cuadrícula de El Vedado en un edén de edificios sensuales sabrá también remediar esa ignominia.

Ojalá vuelva a Cuba. Ojalá vuelva a la librería sin estantes. Ojalá no encuentre tantas familias rotas. Ojalá pueda sentir que hay futuro en las miradas de los estudiantes cubanos, de los profesionales, de los emprendedores, de los trabajadores, de los artistas. Y ojalá vuelva a ver las cúpulas de la Universidad de las Artes porque mirando las delicadas puntas de sus senos, yo también me desordeno, amor, me desordeno.

Postdata: Al día siguiente Eliezer nos telefoneó: «Está en la librería Rubén (Gallo) por si podéis venir, hablar con él y que os dedique el libro». No podíamos. «No importa, os lo está dedicando ahora. Es una dedicatoria muy lorquiana». Eliezer sabe que el éxito de ese libro es también su salvaguardia.

Muerte en La Habana
Rubén Gallo
VAINILLA PLANIFOLIA
(México, 2021)
304 páginas
Teoría y práctica de La Habana
Rubén Gallo
JUS
240 páginas
Cuba iluminada
Héctor Garrido
EDITORIAL RUEDA
376 páginas

17 Comentarios

  1. Oswaldo Roman G- Hernán Gómez

    Juan Manuel (G. Ruiz) Magnífico como siempre. Relato explendido de la Habana, Cuba a través de un punto. Como todos sin simetría interna, pero que es suficiente para adentrarse en el ambiente único habanero. Mi madre y su familia nació de Santa Clara y tengo primos aquí y allá. Muy distintos. Unos eligieron marcharse sin nada y ni problemas. Los otros prefirieron quedarse sin nada y con esperanza de una cuba libre de dictadores USA de los que Batista solo fue el último. Tambien por eso no me gusta el «cuba «»libre» de ron y cocacola. Toxico maridaje del «sabor» con propaganda. Quizas por ello para tomar una copa, prefiero un buen ron añejo cubano. Aquí un Habana Club 7. Libre. De dictaduras USA. Espero con impaciencia reslizar mi cuarto viaje a Cuba. Y pasarme por la librería de Ezker para comprar slgún libro y presumir de ser tu amigo. Viví a lo cubano durante unos meses, pasar por La Haza, Sta. Clara. Por donde vivieron mis abuelos Román Gómez y Teresa Estanillo de Córdoba. E imaginar que me encontraré con alguno de los descendientes de sus hermanos. Vivir Cuba. Oswaldo Román G- Hernán Gomez

  2. Gracias, mil gracias por compartir este pedazo de arte. Vos sos tambien un Ilustrado. Gracias desde Costa Rica.

  3. Que placer de leer este articulo y proyectar de descubrir esa libreria.estoy à la habana por 2 meses.soy francesa

  4. Muy hermoso relato.pedazo de historia

  5. Es temerario afirmar que el constructivismo ruso es fachista, mas bien es todo lo contrario; la construccion industrializada fue una manera piadosa, novedosa y rápida de brindar una vivienda digna a millones de personas sin casa.
    El periodista o el escritor ven el mundo segun sus apariencias, olvidando muchas veces el sentido y el por qué de las cosas. Y ni hablar del machismo evidente en la concepción del edificio de la escuela de las artes como reflejando el cuerpo de una mujer desnuda cuando se trata de una construccion organica muy de la época.
    Los senos y los úteros solo están en la cabeza de quien escribe, la metáfora es forzada, el resto del artículo está bien, y hasta es simpático. Si no fuera…

    • Todos vemos el mundo según nuestras perspectivas. El autor solo está expresando un punto de vista, para nada temerario si tenemos en cuenta que el constructivismo sovietico no solo obedecía a patrones pragmáticos, si no, a propaganda y demagogia. Eres una víctima de eso, lo dice tu opinión. El igualitarismo presente en esas construcciones, además de la diferencia que tenían con la vivienda de la clase política hablan por sí solo de la distopía de esa sociedad.
      Otro aspecto, es temerario nombrar de machista un artículo que solo pasó por su percepción en ese aspecto. El lector ve según sus apariencias. Las referencias femeninas en la arquitectura, pueden deberse mejor a una deconstrucción del género masculino ancestral y pretender devolver el explendor al culto de lo sagrado femenino, cosa que tiene sentido si nos basamos en las hipótesis sobre el origen de lo sagrado y divido.
      La realidad, creo que es muy sensible como para leer artículos de este tipo.

    • El escritor ha estudiado el problema en profundidad. La Universidad de las Artes no es una costruccion de la época. Lo que hicerion Porro y los dos colegas italianos fue un edifico extraordinariamente atrevido. En esa época, del 60 al 65 triunfaba en el mundo occidental y en el sovietico el estilo internacional y el constructivismo sovietico que viene a ser lo mismo: la dictadura de la linea recta y de la simetría cristalina, el orden del poder unico. Porro, Gattieri y Gottardi diseñaron una obra absolutamente revolucionaria para su tiempo, a la que despues se acercaron otros como Niemeyer, el ultimo Le Corbusier y hasta Johnson, un declarado nazi. Que el diseño de Porro estaba influenciado por organos femeninos no solo es evidente sino que los propios arquitectos lo han explicado en entrevistas y documentales y hay tesis doctorales sobre ello. Se trataba de enlazar la creacion con el origen, con el ovulo. Pero desde luego tambien esas formas estan en mi mente. A mucha honra.

  6. Siempre fue asi en mi cuba. Asi mismo compraba yo libros. Detras de Ultra. Un cuarto grande libros hasta El techo y un mismo caballero a cargo. Copia de Este, o este es Copia de aquel. Eso fue have 35 abrileso mas , ya llevo 27 en USA. Que recuerdos tan gratos Al leer este articulo. Visita obligada cuando regrese de visita algun dia.

  7. Muy interesante

  8. Excelente artículo…sin embargo me gustaría aclarar que el escritor fue bien atendido por su procedencia(lo que aquí llamamos ser un yuma, con los que Eliezer es un ser de miel). Los pobres cubanos, interesados en algún título en específico, están en presencia de LA PEOR BIBLIOTECA DEL MUNDO, donde ni siquiera pagando el doble de lo que paga un extranjero, se te va a atender en tiempo y forma, pero ojalá fuera problema de tiempo, si caes en manos de Eliezer, nunca vas a leer el libro deseado.

  9. Pingback: Graciela Fernández Meijide: «En los organismos internacionales no existía la palabra desaparecido, recién se instaló a partir del caso argentino» - Jot Down Cultural Magazine

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