Horas críticas Analógica

Solo en la memoria somos

En el centenario de su nacimiento, se rescatan las memorias infantiles y adolescentes del poeta Rafael Montesinos, concebidas por este autor rico de palabra como algo más que un caladero de nostalgias

Lo dijo así: “Sólo es verdad aquello que en la memoria existe”. De este verso hizo lema, voluntad y casi destino. Rafael Montesinos recorrió buena parte del siglo XX y los primeros compases del XXI con vocación de escribir sin fatiga. Estuvo siempre en sus poemas cerca de la realidad, sin arrinconar el surco de la intimidad que fue parte de su voltaje. Alistado en las grandes revistas poéticas de posguerra –Garcilaso, Espadaña e Ínsula, entre ellas– y animador de la Tertulia Literaria Hispanoamericana en Madrid, acaso su rebeldía fue ser él mismo, con la anchura de los que saben de su verdad y no desdeñan el deseo y la ironía.

Al cumplirse este año el centenario de su nacimiento (Sevilla, 1920) tocaba celebrarlo, revisitarlo, reubicarlo, descubrirlo en tantos casos. La recuperación del hombre y, más lentamente, de su obra. Poco de todo eso ha ocurrido en realidad, salvo el rescate de su libro de memorias infantiles y adolescentes, Los años irreparables, que es un récord de sinceridad y de belleza. Posiblemente uno de los textos vivenciales más intensos de las letras españolas en las últimas décadas: “Eran entonces las horas lentas en su marcha, luminosas en su transcurrir. Sin esta vertiginosidad de ahora, las cosas aparecían quietas, estáticas, y el mundo no envejecía tan deprisa…”. 

«Su rebeldía fue ser él mismo, con la anchura de los que saben de su verdad y no desdeñan el deseo y la ironía»

Publicado originalmente en 1952 y, en aquel tiempo, mutilado a manos de la censura, el poeta Montesinos ofreció testimonio en prosa sobre los instantes iniciales de su vida a los que arrima nombres, lugares y experiencias; también atributos de luz y de sombra. Sucede así con el padre, el colegio, la religión y el primer amor, Angélica, con quien vivió la noche del 18 de julio de 1936. Hay en sus páginas la añoranza de los días sevillanos del adulto instalado en Madrid pero, más allá del desgastado molde local, tiene también una altura creativa poco común y una voluntad de auparse a una tendencia alternativa al realismo social dominante en la narrativa española.

Porque hay que encuadrar Los años irreparables en una corriente literaria de cierto caudal que, a mediados del siglo pasado, encontró en la autobiografía un potente material creativo, muy alejado de los relatos sobre la asfixiante realidad de la sociedad española tan abundantes en la época. A Montesinos le acompañaron en la reelaboración literaria de ese material viscoso que envuelve a los recuerdos autores como Julián Ayesta (Helena o el mar de verano), Francisco García Pavón (Cuentos de mamá) e, incluso, Camilo José Cela (La rosa), quienes siguieron, cada uno a su modo, la senda de Luis Cernuda (Ocnos) y Rafael Alberti (el primer tomo de La arboleda perdida).

«Tiene también una altura creativa poco común y una voluntad de auparse a una tendencia alternativa al realismo social dominante en la narrativa española»

Acogido a su salida con excelentes críticas (“[Corresponden a este libro] las páginas  más humanamente hermosas, entrañadas, contenidas y limpias de la prosa actual que conozco”, juzgó el poeta Ramón de Garciasol), en las nuevas ediciones de Los años irreparables –1981, 1999 y 2005– se corrigieron las abundantes erratas, se revisaron estilos y expresiones a petición del autor y, sobre todo, se añadieron los pasajes amputados, los de cierta intención política pero, en especial, el referido al despertar sexual del muchacho, fundamental en la concepción de la obra: “Fue en Alájar donde mi ojo derecho contempló a la primera muchacha desnuda de mi vida”.

De similar calibre para la comprensión de Los años irreparables son las aportaciones de la nueva edición realizada ahora por Rafael Roblas, quien dedicó su tesis doctoral a la obra poética de Montesinos. Así, entre otros materiales inéditos, da a conocer un epílogo finalmente descartado para una fallida reimpresión del volumen a comienzos de los sesenta, que ofrece una clave fundamental para conocer cómo se gestó el libro. Reconoce el autor en sus líneas el tremendo impacto que le causó la lectura de El artista adolescente de James Joyce en un ejemplar “viejo, manoseado, con las tapas casi perdidas”, hasta el punto de despertarle “ecos lejanos de la infancia” que tomarían forma, primero, en unos poemas y, luego, en este conjunto de prosas autobiográficas.

Al mismo tiempo, esta nueva edición, impulsada por El Paseo y la Universidad de Sevilla, pone en circulación un número importante de textos hasta ahora poco conocidos o inéditos, como encargos y obras de carácter circunstancial, creaciones personales y artículos periodísticos. En este ámbito, destacan las prosas agrupadas bajo el título De memorias y nostalgias, donde se propone, con una sorprendente sensación de unidad si se tienen en cuenta las diversas procedencias de las piezas, una extensión –acaso más lírica– del libro autobiográfico, con la novedad de adentrarse en la edad madura, casi al borde de la ancianidad.   

«Los años irreparables y otras prosas autobiográficas traen a la actualidad a un autor hondo y rico de palabra»

En definitiva, Los años irreparables y otras prosas autobiográficas traen a la actualidad a un autor hondo y rico de palabra, fallecido en la primavera de 2005. Un poeta de silencios que impulsó una escritura de mucha música. Portador de una inteligencia serena, de un misterio de visillos y de una finísima ironía, Rafael Montesinos mantuvo la memoria como algo más que un caladero de nostalgias, quizás como el único lugar donde explicarnos de forma definitiva. “Para el niño todo es espectáculo, espectáculo incomprensible, aunque no insensible. Se puede sentir sin comprender; en la niñez, por lo menos, sucede así”, nos dejó como aviso.

 


Los años irreparables y otras prosas autobiográficas
Rafael Montesinos
Edición de Rafael Roblas Caride
El Paseo Editorial y Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla
(Sevilla, 2020)
384 páginas
19,95 €

Un comentario

  1. Manolo Osorio Huerta

    Qué bello y pertinente texto, Rafael es un grande en todos los sentidos, un amigo impar.

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