Entrevistas

Kiko Amat: «Los ultras son materia prima para la literatura anglosajona; aquí no los habíamos tocado»

El escritor publica ‘Revancha’, una novela sobre violencia, barrio y testosterona que sigue las andanzas de los Lokos, un grupo de hinchas radicales del Barcelona

El paso de los años te hace leer detalles de las novelas e identificarlo con un cierto estilo. La cubierta de Revancha (Anagrama) es muy Kiko Amat, como también lo era, y en esto hay una lógica muy cuidada desde la trayectoria, la de Cosas que hacen BUM. En su última obra, Amat nos ofrece una trama trepidante, equilibrada, siempre muy bien escrita y de interlineado no desdeñable en este universo de skins vinculados al fútbol y la tensión narrativa de un inevitable encuentro entre Amador, uno de los líderes de los Lokos, y César, sin conexiones balompédicas, desatado ansioso de revancha para vengar el honor familiar y ajustar cuentas libre de condicionamientos, omnipresentes en su cotidianidad de matón a sueldo del Favorito.

Este hilo, como decía, esconde muchos otros más ricos, en consonancia con un contexto, un fenómeno global, movientes económicos, amor y el retrato de una Barcelona omitida del mapa temático y literario.

Quedamos un jueves a mediodía en passeig de Sant Joan. La penúltima ocasión tomábamos el sol en bañador y ahora lucimos mascarilla. Ocupamos una mesa, comentamos un poco la jugada y empezamos, en un consenso para no liarnos más, la conversación.

P.- ¿No crees que toda la cuestión skin queda como algo distante, sobre todo en Barcelona?
R.- No creo, y hay una carencia de ficción sobre el tema. Faltaba explicar esa escena, su cultura y su tipo de peña. En Barcelona se tocan muchos temas criminales de drogas, polis corruptos, detectives, que luego no sé de donde salen tantos detectives aquí, y malandros en general, pero no sé había tocado el tema del fútbol y las mafias ultra.

«En Barcelona se tocan muchos temas criminales de drogas, polis, detectives y malandros en general, pero no se había tocado el tema del fútbol y las mafias ultra»

P.- Sí, además quizá antes obviaba que todo se ha cortado, y que se quiera o no lo del fútbol y los ultras está en boca de todos, aunque sea un segundo.
R.- Este país no fomenta ni es muy amigo de la creación de mitos, y estas cosas exóticas que tienes en tu propio patio los ingleses las detectan al instante como materia prima eminente para la ficción. Y aquí, bien por escritores de clase media ajenos a esto, bien porque no se ha se ha tocado por estar cercano, esto permanece virgen hasta que alguien se atreve; vengo de otro mundo del de los escritores de clase media, he visto el mundo de la novela y decidí fijarme en esta peña, los monstruos clásicos de nuestra generación.

P.- Y me acuerdo del paisaje, algo visto, que podía darte temor o respeto, sin pensar en sus consecuencias económicas y sociales.
R.- Era nuestro folklore, los neonazis malandros de Barna eran el hombre del saco que te comerá si pasas de la sopa. Habían cruzado líneas de amoralidad y violencia, eran objetos de fascinación absoluta. Eran mitos, celebridades y objeto de charlas, porque en una época previa a la red nadie sabía nada de ellos, era muy fácil que la leyenda creciera, entre bulos e inventos hasta la construcción de un monstruo folklórico.

«Los neonazis malandros de Barna eran el hombre del saco que te come si pasas de la sopa. Son los monstruos clásicos de nuestra generación»

P.- Una fascinación por los malos.
R.- Totalmente, por los malos y el lado salvaje de la vida, en mi caso hay una reflexión de clase que no quiero martillear porque no hago libros ejemplarizantes de realismo social, pero desde luego si lees entrelíneas entiendes que para alguna gente, como dice la cita inicial de The Beatiful South, el mal era el camino inevitable de su vida por familia, abuso, clase, barrio de mierda, daño de niños o adolescentes. Si sólo ves cosas malas reaccionarás con maldad. Aquí también debemos meter el margen psicopático, infinitamente más pequeño de lo sospechado.

P.- En la novela aparecen Bon Pastor, la Mina, barrios periféricos.
R.- Besós, Vallés chungo, Baix Llobregat a saco.

P.- Hay una determinada criminalidad de los noventa/ dos mil donde todo confluye, mezclándose clases bajas y altas.
R.- Por supuesto, pandillas futboleras y neonazis donde uno es el pijo enloquecido, clásico, antipadres, contra su herencia y dispuesto a destruir el mundo con una razón distinta a la de su clase. Es muy fácil creer que toda respuesta a una violencia va a ser racional. Un progre de izquierdas te diría de afiliarse a un sindicato. Esta es una revuelta meramente irracional. Macbeth: las calumnias e insultos del mundo me han irritado y destruido tanto que no me queda otra que vengarme del mundo, y estos pavos no reaccionarán como los de clase media, instruidos y con padres guays.

«Tengo una fascinación por los malos y el lado salvaje de la vida»

P.- Curiosamente con Amador su condición homosexual determina la mirada, se mueve por eso, amor e inercia.
R.- Sí, no se le ha chamuscado toda la ternura. Tiene una parte de anhelo que entiendo muy bien, quiere estar bien, haber tenido una familia normal, relaciones estudiantiles, ligues normales, hablar de arte. Se le negó por condición, vida y catástrofes. Aún le queda amor. En la novela se habla mucho del círculo estrecho de empatía, una explicación crucial de mis personajes. La gente tiende a creer que los que violentan a otros o viven en rabia u oposición constante no sienten amor y son directamente psicóticos. No, simplemente no sienten amor hacia ti, porque su amor tiene un círculo estrechísimo. ¿Ama más un madrileño con mil amigos o César con dos? Esta gente tiene todo el amor de un tío. El amor de los dos protagonistas es ultrafocalizado, selecto, exclusivo a una parte muy pequeña de su mundo, donde está el último bastión de su ternura.

P.- ¿Y del amor a la violencia? Porque la violencia es un método de acción.
R.- Lo es, no sé si tanto de amor, pero es posible pintarla bella. Es una pasión y tiene colores, puedes usarla para el bien, para el mal, y se las has visto aplicado con villanía o justicia puedes verla hasta bonita, no por plasticismo, por fuerza bruta consigue algo muy rápido e imposible con años de conversaciones edificantes. El matón que se mete con los más débiles, si ves su cara de confusión cuando recibe por primera vez te das cuenta que hay algo puro y bellísimo en la aplicación de violencia sobre determinados abusones.

«Tendemos a creer que los que violentan a otros o viven en rabia constante no sienten amor y son psicóticos. No, simplemente no sienten amor hacia ti»

P.- Ellos están condicionados por la sociedad que termina por generarlos.
R.- Sí, desde la estructura social, pero sin nada de victimismos ni disertaciones universitarias de los setenta. Entender algo no es darle alas, no te puedes permitir no entenderlo. Debes entender a los oponentes, sus razones, su pasado, su rabia, su ira. La gente de Revancha es así por una razón, con otra vida y clase su malignidad hubiera sido ínfima.

P.- Patrick Bateman lo tiene todo y mata por aburrimiento.
R.- Sin duda, pero es una figura de ficción, no hay serial killers como Patrick Bateman en la realidad. Si se te niega la dignidad, la excitación u orgullo, la sensación de pertenencia a cualquier otra cosa va a ser tu orgullo, tu excitación y tu sensación de pertenencia, proporcionándote un sinfín de cosas pese a destruir la gente y el entorno. Te han dicho desde pequeño que eres chusma, no tienes futuro, no como en los Pistols, y dentro de eso la sensación de vivir se halla en su cotidianidad, en su modus vivendi.

P.- El fútbol es su nacionalismo, con cánticos, tópicos integrados, etcétera, etcétera.
R.- Esta parte de tribalismo siempre me ha flipado, aquí usado para el mal. La autoafirmación de pertenencia a un grupo cohesivo de gente con una voluntad férrea, su poder es lo que dice Kurtz: «Dadme cien tíos como estos y dominaré el mundo».

P.- Los Lokos de Amador son un grupo, en cambio César es muy solitario, un contrapunto.
R.- A César le han faltado llamándolo sicario varias veces. Es un tío que decide, con una carga moral, que empleos coge. Asumimos que su especialización es gente muy chunga, rollo Dexter pero creíble.

P.- Es un ejecutor que calcula.
R.- Que calcula y decide la gradación de inmoralidad y pena a la gente a quien aplicará su venganza.

P.- Además se preocupa por el grado de la venganza.
R.- Por supuesto, y tiene que estar medido, por eso cuando empieza a fallar porque los vínculos de familia le están cegando, entonces de golpe se carga a peña que antes sólo había atropellado.

P.- César es inteligente.
R.- Amador y César son ultrainteligentes y astutos, con potencial, de haber nacido en otras clases, para hacer cosas más elevadas. En mi ladera nadie acabó el instituto. Su inteligencia ni crece, ni se fomenta ni se enriquece, se aplica a su mundo. Amador ve un vídeo de Alanis e imagina un mundo con charlas de la uni, chicas, y en realidad sólo ha visto hostias y destrucción.

«Crecí en los ambientes con más testosterona del universo: el rugby y los skins. Los nerds no lo son a la primera elección»

P.- Amador piensa mucho en lo que pudo ser.
R.- Creció anhelando algo con todas sus fuerzas, el perfecto opuesto de lo que es y nunca tendrá. Cuando eres escritor sabes cómo agarrar un sentimiento y, transformado, meterlo dentro de un personaje con la forma que él requiera. Yo crecí en los ambientes con más testosterona del universo: el rugby y los skins. Los nerds no lo son a la primera elección.

P.- ¿Tomaste algún modelo narrativo previo?
R.- No tengo una genealogía literaria ni española ni inglesa, y es fundamental recalcarlo, porque no es muy frecuente en España. No vengo de libros, vengo de una cultura sin escritura, como los nativos americanos. Una cultura oral. Mi voz y la aplicada en los libros nace de gente hablando horas en bares. Luego debes aprender las herramientas literarias, pero mi energía no sale de lo bibliófilo.

P.- A partir de todo lo que te cuentas terminas dándole un poso mental que no se tiene cuando hablas en los bares.
R.- Y no sólo esos. Los diálogos de Revancha son consecuencia de 30 años escuchando los de los bares. Para conseguirlos debes dar con tono, jerga y argot. Escribo libros, pero mi mundo no viene de los libros, mi energía es casi anti bibliófila, pero al saber escribir desde pequeño así plasmo las historias, desde la cultura no escrita. Mi cultura no se escribió hasta que yo la escribí, que suena petulante, pero es verdad, porque mi mundo, el del Delta del Llobregat, la cultura proleta, su violencia no se había contado.

P.- Es novedad porque nadie antes se preocupó por escribirlas.
R.- Hay lugares sobrerrepresentados. Te hablan de novela barcelonesa y esa es la del Eixample, de tipos de clase media y rentistas.

«Escribo libros, pero mi mundo no viene de los libros, sino de los bares. Mi energía es casi anti bibliófila»

P.- Y hay mucha novela de periferia barcelonesa donde se nota que los autores no han pisado esos barrios en su vida, o lo han hecho mal.
R.- Las novelas de Barna son del Eixample y estudiantes. Pero no son novelas de Barcelona, es un género. Hablan de clases concretas, de universidad, pisos de estudiantes…

P.- Son novelas muy emocionales, casi procesistas.
R.- Es un emo muy cosmético, distinto del furioso. Lo has dicho claramente con lo de las novelas de periferia. ¿De qué barrio hablan? ¿De barrio Sésamo? Porque yo he estado en esos sitios y no son como los pintan. Salvo por el cartel de estás aquí nada es como en la realidad, son episodios de Friends novelados en Cornellà.

P.- El barrio no puede ser guay.
R.- Si tienes intención de realismo social no debes elegir a la gente entrañable, no pueden aparecer todo el rato libros, porque es falso.

P.- Con los skins parece que lo identifiquemos con los noventa, una Barcelona que se intenta recuperar muy saneada.
R.- Con el tema pelaos es que era de primera plana. Jack the Ripper se explica porque coincide con la fundación de The Sun, tampoco mató a tanta gente, le recordamos por la prensa. Lo de skins y fútbol de los ochenta y los noventa sale en todas partes, en docus, en reportajes.

P.- Salen a partir de un tópico.
R.- Aquí pasaron diez años antes de que el tema subcultural se le encargara a alguien con comprensión del concepto, se lo daban a un viejo que entrevistaba a unos punkis.

«Si tienes intención de escribir realismo social, no debes elegir a la gente entrañable, no pueden aparecer todo el rato libros, porque es falso»

P.- Es curioso, porque estos días leía El delantero centro fue asesinado al atardecer de Montalbán. Es de finales de los ochenta y los skins aún no aparecen.
R.- La parte periodística no me interesa tanto porque en Revancha es todo inventado, pero tengo nociones y la novela debe ser verosímil: los vínculos, escenarios, las tapaderas tienen que parecer reales. Toda historia inventada debe meterse en un mundo que parece real, sin intención documental ni periodística. La documentación al final del día, como decía Richard Price, es una mesa llena de post-its. Las fábulas y las leyendas me interesan. En Barcelona el clásico cliché de los seis grados de separación no existió en estos grupos, por causas subculturales antes de los cismas.

P.- Y tampoco existe en la misma Barcelona.
R.- Sí, es fácil ver a un conocido en los periódicos o en algo, pero con estos grupos lo de los grados se restringe más por lo carcelario y los ambientes criminales. Por otro lado, lo del fútbol no deja de tener coña, porque soy cero deportista, pero mis personajes lo usan para sentir dignidad, tener identidad corpórea o no ser una mierda en el mundo.

P.- Pasolini hablaba de cómo los chicos del suburbio no pueden ser burgueses pero quieren sus medios, y así nacen sistemas de economía sumergida.
R.- Las pelis de mafiosos las miran los mafiosos, y los de barrio adoptan esas estéticas. En los skins de Barna había al final cierta celebridad por salir en los medios, también los enemigos, porque les gustaba verse en ellos, aunque fueras un villano.

P.- En Revancha hay un momento donde El Cid, el capo, sale en los periódicos, pero no está en los más violentos.
R.- En Inglaterra había ránquines. Los serial killers estaban obsesionado con la imagen y la respuesta pública. Todos ellos tienen una parte nauseabunda de pertenencia a la tradición y deberían o querrían tener un jefe de prensa.

P.- Porque salir en la prensa es como decir: «Mira, lo que hago no es en balde».
R.- Joan M. Oleaque, en su libro Desde las tinieblas, cuenta cómo se cruzó con Antonio Anglés, ya chungo notorio del pueblo, cambió de acera y Anglés le dijo que no la cruzara por él. Quería ser mejor, pero era la hez de la tierra. Cuando eres chungo así abrazas la chunguez. Anglés se pintaba los ojos en plan new romantic y tocaba la guitarra. Tenía anhelos completamente irrealizables.

P.- Los Lokos tienen claro el sentido empresarial.
R.- Parte de la entidad o pandilla se ha convertido en una empresa delictiva, y los nostálgicos echan de menos la fidelidad al club o ir al campo porque nunca pensaron terminar así. Es lo que sucede con Amador.

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