María Hesse (sevillana de adopción, 1982), seleccionada por la prestigiosa editorial de arte Taschen como una de las cien mejores ilustradoras, rompió todos los esquemas con Frida Kahlo. Una Biografía (Lumen, 2016), un libro traducido a 16 idiomas y que acumula casi una veintena de ediciones. Darse un paseo por las principales librerías del país, grandes y pequeñas, es comprobar cómo sus referencias se acumulan en los escaparates y se anuncian como las más vendidas. Sin embargo, esta autora no esconde tener cierto complejo de impostora a la hora de enfrentarse al folio en blanco, en lo que a escritura se refiere. Tampoco el complejo de clase obrera que motiva su hiperactividad editorial. Incluso se pregunta si le pasará como a Jordi Labanda y un día sus dibujos dejarán de estar presentes en tantos lugares. No es de extrañar la falta de pudor con la que expresa sus miedos, ya que gracias a cómo los plasma en sus dibujos, con un característico estilo naif y ensimismado, que se torna en simbólico y oscuro a medida que se profundiza en su obra, ha logrado cautivar a cientos de miles de lectores.
Marilyn. Una Biografía (Lumen, 2020) es su nuevo y archianunciado libro, con el que retoma el mundo de las biografías tras su último proyecto, El Placer (Lumen, 2019), en el que se adentró en un personal viaje por la sexualidad femenina a través de sus propios recuerdos y de buenas dosis de teoría feminista. Este enfoque también está presente en esta nueva propuesta, en la que dibuja a la Marilyn más alejada de los focos, la que se desmaquilla y se mira frente al espejo justo antes de irse a dormir. Fruto de esa obsesión, sorprende cómo pasa de puntillas por el episodio en el que la actriz canta Cumpleaños feliz a Kennedy, u opta por no incorporar una filmografía, y sí incluir un listado de los escritores y libros favoritos de la protagonista de títulos inolvidables como La tentación vive arriba y Niágara.
«Dibuja a la Marilyn más alejada de los focos, la que se desmaquilla y se mira frente al espejo justo antes de irse a dormir»
Los caballeros las prefieren rubias en el caso de Marilyn Monroe porque Hesse, que también es rubia, no se cansa de reivindicar la necesidad de que en las clases de Literatura se estudie el mismo porcentaje de escritoras que de escritores, ya que percibe con frecuencia y cierto desconsuelo cómo la órbita del planeta del lector masculino no se acompasa con su onírico universo de corazones ramificados que salen a pecho descubierto de sus protagonistas. Roles de género contra los que lucha cada día.
P.- Es ilustradora, pero gracias a esta profesión, ha escrito varios de sus libros ilustrados. ¿Cómo aborda el proceso de escritura?
R.- Antes simultaneaba la escritura con el dibujo y, sin embargo, ahora me gusta interiorizar todo, hacer un análisis, ver desde qué punto quiero empezar y comenzar a escribir. Ya desde esa reflexión, empiezo a pensar en imágenes. Evidentemente, luego los dibujos determinan mucho la estructura del libro, los ritmos en los que cuento las cosas. En este caso, claramente el hilo conductor son los textos de la propia Marilyn. Para mí, llegar a su libro Fragmentos. Poemas, notas personales, cartas fue revelador. ¡Menos mal que Marilyn era inmadura, frívola, superficial o torpe! Recomiendo, por ejemplo, una carta que le escribe a su primer marido. Marilyn se casó por primera vez con 16 años en la década de los 50 y ya sorprende su mentalidad abierta y avanzada.
P.- Curiosamente, la pregunta más recurrente que hacen los internautas en Google es cuál era el coeficiente intelectual de la actriz.
R.- Dicen que era superdotada, supongo que será por eso. Vemos aquí un claro sesgo de género: ¿por qué tanta gente justificando que era lista? ¿Acaso no hemos superado lo de guapa-torpe o fea-lista? Hablamos de una actriz que en los 60 rompió un contrato con la Fox, en la edad dorada del sistema de estudios de Hollywood, y montó su propia productora. Es la primera mujer que lo hizo en la historia del cine. Se percató de que era la que más dinero generaba y que cobraba menos que otras compañeras, y decidió irse. Es cierto que volvió, pero ya con las condiciones económicas mejoradas.
P.- Hablemos de los dibujos de esta biografía. Dibuja a una Marilyn inexplorada, menos maquillada que la imagen que habitualmente tenemos en la cabeza de ella.
R.- El dibujo es mi medio natural, es donde me siento más cómoda y disfruto. Por ejemplo, a la hora de escribir me cuesta mucho más, lo afronto con mayor inseguridad. Ya he escrito tres libros, creo que puedo ya empezarme a considerar escritora, ¿no? Cuando dibujo, sin embargo, ya estoy como poseída por el espíritu del personaje, de Marilyn en este caso. He pasado muchísimo tiempo analizando cómo va cambiando su expresión en las fotografías a lo largo de su vida. En el dibujo todo encierra un significado buscado y meditado: la paleta de color, la simbología vinculada a la naturaleza, las flores, etc. Para mí no era importante conseguir un dibujo fidedigno de Marilyn, solo quería expresar la emoción adecuada en cada momento. También he cuidado mucho la mirada, que vaya cambiando. Si he conseguido eso (que creo que sí) me doy por satisfecha.
«No era importante conseguir un dibujo fidedigno de Marilyn, solo quería expresar la emoción adecuada en cada momento»
P.- Siendo sincera, esperaba un libro más centrado en su época dorada como actriz y me ha sorprendido el grado de profundidad y lirismo con el que afronta su infancia y adolescencia.
R.- Su infancia es clave para comprender al personaje. Ella viene de la nada y eso fue fundamental para que se convirtiera en adalid del sueño americano. En su infancia hay muchísimas lagunas. Se sabe que es verdad que a su madre la ingresan en un psiquiátrico. Muchas cosas las ha contado ella, pero las biografías se contradicen entre sí. En alguna se apunta, incluso, que la propia Marilyn mezcla muchos recuerdos con vivencias que le cuenta una de sus hermanas de acogida, que también pasó por varias familias. Es decir, Marilyn ficcionó su propia vida. Ese grado de profundidad del que habla se refuerza con el uso de textos escritos por ella. Eso forma parte un poco del engaño con el que embauco al lector. La mezcla de referencias, la utilización de la primera persona y cómo lo selecciono o lo filtro pueden tener mucho que ver con lo que dices. Al final esos fragmentos inmersos en el conjunto mezclan su verdad con mi verdad.
P.- El relato está atravesado de forma muy natural por la época que le tocó vivir: la posguerra, la Caza de Brujas, el sistema de estudios, la lucha por la conquista de los derechos civiles…
R.- La época que le toca vivir es inseparable de su historia. Era absolutamente necesario que eso se recogiera en esta biografía. Es el contexto que la define como persona. Ella nace en una crisis brutal. Tanto que pasa hambre. Es mujer en los años 50… Si no hubiera sido actriz, hubiera estado abocada a ser ama de casa. Se agarró a su belleza, a su magnetismo en la cámara, y lo supo usar. No le quedó otra. La posición que alcanzó le permitió involucrarse en cuestiones sociales. Se hizo amiga de Ella Fitzgerald y utilizó su influencia para que pudiera cantar donde no podía hacerlo por ser negra. Gracias a su matrimonio, Arthur Miller recuperó su pasaporte y dejó de estar en la lista negra de McCarthy.
P.- Arthur Miller, Truman Capote, Norman Roster. El papel de los hombres es predominante en su vida: maridos, representantes, directores de cine, escritores, profesores de interpretación, psicoanalistas. ¿En qué lugar quedan las amigas?
R.- No es casual que el psicoanálisis tenga tanto peso en su biografía. Su vida es una continua búsqueda de la figura paterna. Creció sin padre, no lo conoció. Sus referentes femeninos siempre la abandonan también, tiene una gran desconfianza en las mujeres. Son traumas de la infancia. Otro factor por lo que eso ocurre es que siempre se ha potenciado la competitividad entre las mujeres. Ella es el sueño americano, pero es a la vez el peligro, la mujer deseada. Recordemos que es una época absolutamente puritana. Algunas mujeres importantes de su vida llegaron a tener una relación enfermiza con ella. Es el caso de Natasha Lytess (también actriz, profesora de interpretación y escritora) que se enamoró de ella.
P.- Viajando en el tiempo, de estas décadas hasta ahora, y relacionándolo con todo esto que expone sobre la importancia de su físico y cómo tuvo que usarlo como instrumento para darse a conocer y triunfar, ¿se atreve a imaginar cómo se tomaría Marilyn el movimiento Me too? ¿Habría firmado el manifiesto La seducción no es un delito, apoyado por personalidades del cine francés como Catherine Deneuve?
R.- Yo creo que no, para nada. Ella relata que un productor en el inicio de su carrera se la lleva a un yate y la invita a comer. Por no acostarse con él le rescindieron un contrato. O sea, que sufrió en sus carnes lo que hoy se denuncia a través del movimiento Me too. Siempre tuvo la valentía de decir no a lo que no le convencía. Tenga en cuenta que también abusaron de ella cuando era pequeña.
«Marilyn sufrió en sus carnes lo que se denuncia a través del movimiento Me too. Siempre tuvo la valentía de decir no a lo que no le convencía»
P.- ¿Es esta una biografía feminista de Marilyn Monroe?
R.- Opciones hay muchas, pero yo desde luego no podía acercarme a ella de otra forma que desde el feminismo. Cuando comencé la fase de documentación, había tantas cosas que me chirriaban desde la perspectiva de género… Son en su mayoría hombres los que construyen el relato de Marilyn y se habla de ella desde la condescendencia
P.- Cuando en el libro se habla de sus clases de interpretación con Mijaíl Chejov, basadas en el método Stanislasvki, se sobreentiende que es el momento en el que ella crea ese cuerpo imaginario al que alude el método. ¿Hicieron de Marilyn un icono sexual o fue ella quien orquestó esa estrategia?
R.- Ella claramente creó su imagen. Era una gran creativa publicitaria. Va construyendo un personaje y de su vulnerabilidad saca poder. Empieza a jugar con la forma de caminar. De hecho, los andares los coge de un libro de El cuerpo pensante, juega con la ingenuidad a través de un tartamudeo buscado. Se erigió de forma intencionada como símbolo sexual, pero no como tonta. Ahí la encasillaron los demás. Se enredó en su propia tela de araña y, cuando quiso salir de eso, no se lo permitieron. No paró de formarse como actriz, de leer, de escribir. En entrevistas de la época se ve que quiera abordar otros temas y no se lo permiten.
P.- ¿Y cómo ha sido crear un libro en el contexto de la pandemia y en pleno confinamiento?
R.- Yo ya estaba inmersa en el proceso de documentación cuando nos confinaron y la verdad es que me superó la situación. Tuve que parar. Sé que para muchos autores el confinamiento supuso un revulsivo para crear, pero eso a mí no me pasó. Estaba en estado de shock. Tenía mucha tristeza y miedo de que le pasara algo a mi familia. Nunca he pensado que de esta crisis vayamos a salir siendo mejores personas. Hubo un tiempo de parálisis y falta de concentración. Reconozco que cuando retomé el trabajo estaba muy afectada. Esa oscuridad y esos sentimientos están en el libro. La historia de Marilyn ya es dura de por sí, e incluso mi editora en algunos momentos me recomendó dar más luz a la historia.
«Para muchos autores el confinamiento supuso un momento para crear. A mí eso no me pasó. Estaba en shock. Sentía miedo y tristeza. Esa oscuridad está en el libro»
P.- A usted, además, la irrupción del coronavirus en España le coge en plena promoción de su anterior libro El Placer, una obra que siempre ha reivindicado como la más personal, al ser un proyecto propio en el que llevaba trabajando mucho tiempo.
R.- Con eso tengo una pena muy grande. Para mí es mi libro más importante. Como dice, es mi proyecto más personal. Además, las presentaciones estaban siendo preciosas. Los asistentes participaban mucho y se abrían muchísimo. Aun así tuve suerte porque no saqué el libro justo en marzo o en abril, pude darle cierto recorrido. Lo que estaba claro es que tenía que seguir. Esperar a que se termine la pandemia y continuar dando recorrido a El Placer no es una opción.
P.- Frida Kahlo, David Bowie, Marilyn Monroe… Hablando de miedos, ¿le da miedo como creadora encasillarse en el universo de las biografías ilustradas?
R.- Es evidente que las biografías gustan y funcionan muy bien. Mis lectores siguen pidiéndome biografías. No quiero que me encasillen como una autora que solo hace este género, pero a lo tonto llevo tres. Disfruto con ellas, sería una tontería dejar de hacerlas por miedo a que me encasillen. Siempre mi intención ha sido ir alternando: tengo portadas de libros clásicos de la literatura, antologías de cuentos, cuentos infantiles, etc. Eso en el ámbito editorial, quiero decir.
P.- Marilyn vuelve a estar en las listas de los más vendidos y en todos los escaparates. ¿Se identifica con ese continúo runrún de María Hesse como fenómeno editorial superventas?
R.- Intento no pensarlo mucho. Cuando me meto a escribir y dibujar un libro me abstraigo y no lo pienso. No quiero pensar en lo que viene después, sino en lo que estoy haciendo en ese momento y dar lo mejor de mí. El punto de partida ya no es el mismo. Eso es así. Ahora ya la responsabilidad es otra. Intento decirme a mí misma que no somos máquinas y que es normal que alguno pueda funcionar peor.
P.- ¿Cómo lleva los ritmos editoriales? Me refiero a que no para de sacar referencias. Muchos se preguntarán de dónde saca el tiempo y la energía.
R.- Me siento atropellada por el ritmo de trabajo, sí. También por los ritmos editoriales, claro. Si no eres disciplinada, no sacas estos libros, no sacas carteles, no haces exposiciones, no colaboras con otros artistas, con diseñadores, etc. Toda la vida me han enseñado a decir que sí a los trabajos y trabajar, trabajar, trabajar. Esta profesión es muy inestable y eso no se te olvida nunca, aunque las cosas vayan genial. Tienes ese complejo de clase obrera, supongo. De dónde vienes, como le pasó a Marilyn Monroe, marca mucho lo que somos y seremos. No me puedo quejar porque mi sueño era ilustrar libros y estoy justo donde quería estar.
«Esta profesión es muy inestable y eso no se me olvida. Tienes ese complejo de clase obrera. De dónde vienes, como le pasó a Marilyn, marca mucho lo que somos»
P.- Las redes sociales juegan un papel fundamental a la hora de difundir el trabajo de ilustradores como usted con miles de seguidores. ¿Percibe que se han vuelto más hostiles en este momento en el que la sociedad está tan polarizada?
R.- Las redes sociales en origen nos dieron algo muy bueno: poder mostrar nuestro trabajo sin intermediarios. A mí me encanta tener contacto directo con las personas que siguen tu obra, me siento muy bien tratada, pero sin duda se han vuelto más hostiles. Hace tiempo que tomé la determinación de solo hablar de lo que sé y estoy muy segura. A mis gatas, por ejemplo, no me resisto a sacarlas con mis dibujos en mis redes sociales porque forman parte de mi día a día, pero más allá de mis dibujos, o temas profesionales, no entro en otras cuestiones. Soy ilustradora, no tengo ninguna obligación, por otra parte. Mi visión del mundo ya está en mis libros. Eso sí, me muestro con naturalidad porque no soy partidaria de mostrar una imagen idealizada de lo que hago. Soy la María que está encerrada en su casa en zapatillas, trabajando con las gatas en lo alto.
Marilyn. Una biografía María Hesse Lumen Noviembre 2020 184 páginas 21,90 euros |