Entrevistas

Úrsula López: «La psicología de un bailarín es fuerte, por eso llevamos bien el confinamiento»

Directora del Ballet Flamenco de Andalucía, estrena en la Bienal un espectáculo que celebra los 25 años de esta compañía

Úrsula López, directora del Ballet Flamenco de Andalucía.

Cuando se piensa en el revival ochentero, las recreaciones de la movida madrileña –tantas veces, con altas dosis de inventiva, digámoslo claro- dominan el discurso. Con frecuencia la conversación se instala en los grupos del momento, ahora inteligentemente rescatados por los Cachitos de TVE, las series de la época, de Dallas a Verano Azul, de V a Anillos de oro… pero a menudo se nos olvida que los 80 fueron también ese tiempo en el que las academias de baile se popularizaron como una opción más para las clases extraescolares de esas niñas que merendaban sándwiches de nocilla, se intercambiaban sobres de colores y repartían su corazón entre Kirk Cameron y Rick Astley. Unas se apuntaban a baloncesto o natación y otras a baile. En Andalucía, necesariamente las academias de baile pasaban por la iniciación al flamenco para varias generaciones de chavales que hoy son los que mandan en la primera línea de este arte. Ésta ha sido la historia de Úrsula López, nacida en Montilla en 1976 y criada en Algeciras desde los ocho, ciudad a la que destinaron a su padre que, como buen aficionado al flamenco, inició a su hija en un arte que tuvo en Algeciras la cuna de su embajador universal, Paco de Lucía.  Para Úrsula, la Academia Adagio fue el primer espacio de creación para la actual directora del Ballet Flamenco de Andalucía, la compañía pública dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía que sirve, en sus palabras “de embajador del flamenco en el mundo”. Ahí están las cifras: 25 años, 1.500 actuaciones y un millón y medio de espectadores arriba y abajo del planeta. Cierto es que el Ballet ha vivido etapas más o menos boyantes, como también que, en tiempos de tijera presupuestaria, parece siquiera una proeza que una administración pública siga manteniendo una estructura estable para una compañía de baile flamenco. 

El próximo día 5 de septiembre la Bienal de Flamenco, el gran festival que ha desafiado al Covid19, sube el telón del Teatro Lope de Vega de Sevilla para acoger un espectáculo que asume el reto de condensar en un mismo montaje el cuarto de siglo del ballet, que es lo mismo que decir los últimos 25 años de la mejor danza flamenca. Para ello, López ha diseñado un programa compuesto por piezas de creadores de varias generaciones, arrancando con la icónica pieza de Mario Maya, fundador de la compañía, Réquiem. Ritual laico para el fin del milenio (obertura y bolero), y finalizando el espectáculo con la coreografía Con permiso, más que firma la actual directora del BFA. Además, en esta ocasión, Úrsula contará con la colaboración de dos nombres esenciales en el baile flamenco en Sevilla, Javier Barón y Ana María Bueno, “dos artistas muy vinculados al Ballet y a la Bienal”, para protagonizar, en palabras de la directora, “uno de los momentos más emocionantes del espectáculo”. Emoción, memoria y baile son, al fin, los elementos sobre los que se asienta un espectáculo pensado para inaugurar los próximos 25 años de la compañía. Que así sea.  

PREGUNTA.- Antonio Gades, María Pagés, José Antonio, Eva Yerbabuena, Manolo Marín… todos estos nombres imprescindibles del flamenco aparecen en su trayectoria. ¿Es éste un arte en el que el magisterio ocupa un espacio esencial?
RESPUESTA.- En una bailaora, en un bailarín son decisivos los maestros con los que ha estudiado. De todos se aprende mucho, de cada uno de ellos interiorizas una manera de enseñar y de expresar el baile. Cuando eres joven estás pendiente a otras cosas y quizás no te das cuenta, pero cuando pasan los años eres consciente de cuál fue su magisterio.

P.- Como muchos, sus inicios está ligado a una academia de baile. Fueron decisivas para muchos primeros nombres del baile hoy.
R.- El papel de las academias de los pueblos y ciudades ha sido fundamental para casi todos los bailarines, bailaores, bailaoras, especialmente de Andalucía. Los profesores de una academia son los encargados de que te enganches o no a este arte; es como una casa, son los encargados de construir los cimientos para que la casa, que es la carrera que viene después, aguante y sea sólida.

P.- Carlos Saura también es un nombre imprescindible en su carrera desde que debutó con Carmen en Italia en 1995.
R.- Saura siempre ha estado muy ligado al flamenco y en este caso fue mi primer trabajo, el primer escenario donde bailé profesionalmente. Fue en el Festival de Spoleto en Italia, que estaba dedicado a Antonio Gades. En aquel momento la danza española y el flamenco estaban muy presentes y Saura adaptó Carmen a una ópera flamenca. Fue una experiencia inolvidable, estuvimos dos meses trabajando con él. 

P.- Eso fue en 1995, hace 25 años. ¿Qué imagen, qué percepción cree que se tiene hoy del flamenco en el mundo?
R.- Es un arte que llega muy bien, que conecta con público de todo el mundo, aunque los espectadores, quienes están en un teatro ve un espectáculo de flamenco, aunque no lo entiendan o no conozcan de nada este arte, sienten una conexión directa y se enganchan, se enamoran para siempre. Es la grandeza del flamenco.

Un momento del espectáculo ‘Ballet Flamenco de Andalucía. 25 aniversario’, que la compañía estrena en el marco de la Bienal. Foto: Félíx Vázquez

P.- Capitanea en la Bienal un espectáculo homenaje por los 25 años del Ballet Flamenco de Andalucía. Haga de buena publicista de la compañía andaluza, ¿qué se van a encontrar en la gira por teatros de España?
R.- Esta apuesta es el estreno de mi proyecto para el Ballet Flamenco de Andalucía que además coincide el 25 años de la compañía, que no pudimos seguir presentando por teatros y festivales por la pandemia. Es el espectáculo que retomamos ahora y que vamos a llevar en gira por teatros de toda Andalucía, Madrid y pendiente de cerrar nuevas fechas si lo permiten los tiempos que corren. Se trata de una selección de las coreografías más emblemáticas de la historia de la compañía, parándonos en la obra de cada uno de las direcciones que ha tenido a lo largo de los años desde Mario Maya, pasando por María Pagés, José Antonio Ruiz, Cristina Hoyos, Rubén Olmo, Rafaela Carrasco, Rafael Estévez y cerrando con mi humilde aportación a esta compañía.

P.- El confinamiento ha sido más o menos traumático para cualquiera, pero para un bailaor, un bailarín que entiende su vida en movimiento ha debido ser más complicado. ¿Cómo ha sobrellevado estos?
R.- Para mí por un lado ha sido un regalo. Soy madre de dos niñas, una de ellas un bebé que acaba de cumplir dos años. Por mi profesión siempre estoy fuera así que he podido disfrutar de mi familia, de mis niñas, quizás esto ha sido algo que le han pasado a muchas otras personas. Por otro lado, como la mayoría, mucha incertidumbre, mucho miedo… Pero la psicología de un bailarín es fuerte y nos sabemos adaptar muy bien a todo. Han sido momentos en los que no estaba inspirada, ni tenía ganas de bailar siquiera, era todo demasiado triste. Pero en el momento que pude, que nos dejaron salir, ya empecé a bailar.

P.- Me interesa el tema de la maternidad. Me ha dicho que tiene una niña de dos años, ¿y la otra?
R.- 12. A Úrsula la tuve cuando hice una parada profesional al salir, por voluntad propia, del Ballet Nacional de España, donde estaba trabajando, nunca había parado desde los 18 años hasta los 31. Ahí vi que era el momento o nunca. Luego lo intenté a los tres años pero no pudo ser. Y ya a los 40, cuando pensé que se me había pasado la edad y estaba centradísima en mi carrera, me quedé embarazada de María, la pequeña.

P.- ¿Ser madre te hace bailar de otra forma?
R.- Sí, estoy completamente segura. Ves la vida de otra manera. Se baila como se es y ser madre te cambia por dentro, te cambia la percepción de todo, el tiempo lo utilizas de otra manera, en el escenario y fuera. Cuando tuve a Úrsula fue un chute de energía para trabajar más y ahora con María tengo más fuerza si cabe. Ellas no te restan, al revés. Te conviertes en una persona que crees que puede con todo.

P.- Con las medidas sanitarias por la pandemia, ¿cómo han sido los ensayos? Protocolos, pruebas, incertidumbre.
R.- Cuando estamos bailando ya en el espacio de ensayo o en el espacio escénico nos podemos quitar la mascarilla… Luego en los espacios comunes tenemos que estar con mascarillas y nos hacemos PCR de manera continuada para llevar el control porque es el pasaporte obligatorio que nos piden los teatros para poder actuar, como los equipos de fútbol. 

“Hay muchas maneras de contar en la danza lo que estamos viviendo”

P.- En una obra de teatro y en una de flamenco en particular parte del resultado final es la energía que se contagia del público, lo que se respira desde el patio de butacas. Con el aforo a medio llenar, ¿cómo se compensa esto?
R.- Será un poco más frío, un teatro lleno es un teatro lleno. Creo que los chicos, y yo me incluyo, tenemos tantas ganas de subirnos a un escenario que supliremos la merma de público con más ganas.

P.- En el campo de la narrativa, de la literatura, de lo audiovisual, la pandemia está siendo un fértil campo de inspiración. ¿Ve la danza acercándose también a esto que nos ocurre?
R.- Sí, sin duda. Hay una materia narrativa total en todo lo que estamos viviendo y lo que nos ha pasado: las muertes, el cambio de vida que estamos sufriendo… Todo eso se puede pasar a la escena de muchas maneras. Esto va a dar mucha materia para muchos artistas cuando pase un poco porque todavía es un poco pronto para reflexionar.

“Rosalía tiene algo especial, no se llega ahí así como así”

P.- Rosalía colaboró con usted en un espectáculo tributo a Julio Romero de Torres. ¿Intuyó que se convertiría en una estrella internacional?
R.- Rosalía trabajó en un espectáculo que hicimos mi hermana Tamara López, Leonor Leal y yo sobre Julio Romero de Torres, que para nosotras era un referente flamenco, un pintor flamenco como dice Pedro G. Romero. En esa ocasión, contamos con Pedro G. para que nos hiciera todo el aparato flamenco, como él le llama, la documentación… Fue hace cuatro años, justo antes de que Rosalía…

P.- Lo petara.
R.- Eso es, lo petara. Estrenamos el espectáculo en el Festival de Jerez y la conocimos porque Pedro la conoció en Barcelona y también la conocía Alfredo Lagos, el guitarrista del espectáculo. Necesitábamos voces femeninas que encajaran en la época que estábamos recreando y Rosalía daba el timbre perfecto que buscábamos. La llamamos y trabajó un año y pico con nosotras en Jerez, en Bienal, en otros festivales… y la verdad que muy bien porque es un cielo de niña, canta increíble, cuando abre la boca se crea el silencio. Tiene algo, las personas no llegan ahí así como así, es una persona muy especial y la verdad que trabajó muy a gusto con nosotras y ella con nosotras. Fue un proceso de creación muy bonito para ese espectáculo. Nos hubiera encantado que hubiera seguido con nosotras pero ya empezó a salirle trabajo y lo que todos hemos visto.

P.- Como algecireña de ejercicio y vocación, no puedo terminar la entrevista sin preguntarle por el algecireño más universal, Paco de Lucía. Se ha teorizado mucho sobre su legado, para usted, ¿cuál es?
R.- Ha dejado el legado más grande que existe en el flamenco, hay un antes y un después de Paco. Es un referente de todos los guitarristas y todos los músicos de alguna manera quieren ser él.

“Todos los músicos quieren ser Paco de Lucía”

P.- ¿Lo conoció, llegó a coincidir con él en algún espectáculo?
R.- Lo he tenido muy presente en mi vida, como algecireña lo he seguido además mucho, desde pequeñitos allí lo tenemos muy presente en nuestras vidas. Pero por mi juventud, no he coincidido con él en ningún espectáculo. Me hubiese encantado. Conozco a su familia, tengo muy buenos amigos que han tenido mucha relación con él, pero personalmente no conocí a Paco. Desde bien pequeña, sin embargo, he ido a muchos conciertos suyos en distintos lugares de España. Recuerdo uno en concreto en especial que hizo en el Parque María Cristina de Algeciras. En aquella época iba con el Sexteto todavía y con Joaquín Grilo bailando. La gente que se había quedado fuera sin entrada estaba colgada en las rejas para poder verlo. En un momento de la noche, pidió que se abrieran las puertas del parque y entró toda Algeciras en tropel. Fue como un éxtasis. También recuerdo con mucha emoción cuando falleció Paco y el entierro en la Plaza Alta de Algeciras, lo pienso y me sigo emocionando. Es imborrable.

 

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