Ficción La Taberna Flotante

Anfisbena

Taberna Flotante #95

Anfisbena. Miniatura del Bestiario de Aberdeen, folio 68V. Siglo XII.

-No sabía que hubiera serpientes en Münchhausen -dijo Casandra.

-No las hay -aseguró Lem.

-Al menos una -replicó ella señalando hacia la puerta.

-Una que vale por dos -añadió Chess, pues al terminar de entrar el reptil en la taberna se vio que tenía una cabeza en cada extremo.

-Anfisbena, la serpiente bicéfala nacida de la sangre de Medusa… -dijo Lem para sí.

No más gruesa que una culebra, aunque muy larga, de unos cinco metros de longitud, la serpiente reptó hasta la barra y se enroscó simétricamente en uno de los taburetes, de forma que sus dos cabezas quedaran a la altura de las de Lem y Casandra.

-Bonito caduceo -dijo Chess-, pero me gustabas más como Flora.

-Me has reconocido -contestaron a coro ambas cabezas.

-Tu olor es inconfundible, y mi olfato metagatuno es agudísimo. Lo cual no siempre es una ventaja, dicho sea de paso.

-He tenido que adoptar este alargado aspecto para poder entrar en la hiperesfera -explicó el Insúcubo-. La esférula de intersección con nuestro universo apenas tiene ya unos pocos centímetros de diámetro. Y me temo que desaparecerá en breve.

-¿Y ha servido de algo tu viaje transdimensional? -preguntó Lem.

-De mucho. Vengo a tranquilizaros, ya no hay nada que temer.

-¿Has neutralizado la amenaza viajera? -exclamó Lem con asombro.

-No.

-¿Has averiguado al menos de qué se trata? -preguntó Casandra.

-No.

-Llámame paranoico, pero necesito algo más para tranquilizarme -dijo Lem.

-Pues aquí lo tienes -respondieron a coro las cabezas del Insúcubo-: ese ser que ha venido a nuestro universo desde otro lugar que no alcanzo a concebir, no representa ninguna amenaza. Es hermoso y… benévolo.

-Has hecho una sospechosa pausa antes de “benévolo” -comentó Lem.

-Porque no creo que ese ser pueda ser objeto de nuestras valoraciones éticas -explicó el Insúcubo-. ¿Es benévolo Solaris?

-Para mí lo ha sido: me hizo tal como soy y estoy encantado con el resultado -afirmó Chess con una amplia sonrisa gatuna-. Pero la bondad implica intención: solo de forma poética podemos decir que es benévola una suave brisa primaveral. Y de Solaris ni siquiera sabemos si tiene intenciones propiamente dichas.

-Yo creo que nuestro misterioso visitante sí que tiene intenciones -dijo una de las cabezas del Insúcubo mientras la otra asentía con convicción-, pero que no nos atañen ni suponen ninguna amenaza. Llegado el caso, creo que evitaría hacernos daño igual que un ecologista evita pisar una flor.

-Es halagador que te consideren tan valioso como una margarita. ¿Y como has llegado a esa reconfortante conclusión? -preguntó Lem.

-Una vez en la hiperesfera, y deslizándome por su frontera tridimensional, he podido vislumbrar una serie de lugares fascinantes, y en uno de ellos, contiguo a nuestro universo, he percibido una extensión de ese ser, como un tentáculo etéreo, y él me ha percibido a mí -explicó el Insúcubo-. Y hasta donde puedo estar seguro de algo, tengo la certeza de que no constituye ninguna amenaza. En el peor de los casos, humanos e híbridos ni siquiera os percataréis de su presencia.

-¿Y en el mejor? -preguntó Chess formando un signo de interrogación con la peluda cola.

-No ya en vuestro lenguaje, sino ni siquiera en el mío hay palabras para describir lo que podría ocurrir en el mejor de los casos.

2 Comentarios

  1. Voto por el mejor de los casos.

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