
-Gracias por venir -dijo Lem mientras salía de detrás de la barra y se sentaba en uno de los altos taburetes que la flanqueaban-. Como la mayoría ya sabéis, hace un par de semanas recibí la visita, del todo inesperada y un tanto inquietante, de un antiguo editor. Muy antiguo. He intentado averiguar cómo se las arregló para llegar hasta aquí, y hasta hoy, desde el siglo XX o XXI; pero mis contactos en la vieja Tierra no han podido suministrarme ninguna información útil. Y por eso he convocado esta reunión informal: sois las mentes más brillantes de Münchhausen, y tal vez a alguien se le ocurra alguna posible explicación. Además -añadió tras una pausa-, quería informaros personalmente de que la Taberna Flotante estará cerrada un par de meses…
Cuando cesó el murmullo de sorpresa y preocupación, Lem prosiguió:
-No pasa nada; simplemente, tras el cierre compulsivo de la semana pasada, comprendí que necesito un descanso, unas vacaciones que no me tomo desde hace años, y tiempo para hacer algunas cosas que he ido posponiendo… Bien, ¿alguna idea?
La primera en hablar fue Trizia, sentada, como de costumbre, junto a sus hermanas luchadoras.
-Hermanas -dijo dirigiéndose a ellas-, ¿os acordáis de la pequeña Alicia? El editor misterioso me recordó al enano pelirrojo que la molestaba en el parque. ¡Estemos atentas!
-¿Quieres decir que no ha cruzado siglos, sino capas de ficción? -fue el enigmático comentario de Floral-. En cualquier caso, el enano no molestaba a Alicia, la ayudaba con sus tareas escolares.
-Es verdad, me he confundido -admitió Trizia-. Tal vez el editor se haya colado por algún agujero de gusano o algo así. No sé muy bien cómo funcionan y si afectan tanto al espacio como al tiempo. Tal vez sea un habitante del universo feto, que se alarga hasta la Tierra en otras épocas. O puede que esté vinculado al planeta Cerebro, aunque no creo que sea un avatar de Ello.
-Lo que dice Trizia es interesante -intervino Puntofijo-. Podría ser que el antiguo editor de Staszek hubiera encontrado un acceso oculto a una parte de Ello en la vieja Tierra.
-Otra posibilidad es que ese editor haya viajado por el espacio normal a una velocidad próxima a la de la luz -dijo Van Batty-, y en ese caso puede que para él haya pasado poco tiempo aunque partiera hace más de doscientos años. No creo en el relativismo moral, pero sí en el físico -bromeó-. El problema es que, una vez más, una respuesta genera más preguntas. ¿Por qué podría haber decidido viajar hacia aquí hace un par de siglos?
-A mí ese editor misterioso -dijo Ric Ric- me parece que podría ser alguien de apellido Seldon y de nombre desconocido, pero quizá un antecedente remoto de un tal Hari, que lleva tiempo empeñado en confeccionar una Enciclopedia Galáctica; aunque algunos penamos que eso es una simple excusa para ocultar un propósito inconfesable. Lástima que no haya venido AsimoV.
-¿Y si fuera un agente de los Veladores, como la cantante calva? -sugirió Mou Gonza.
-O puede haber llegado de otro universo, a través de la anomalía viajera -dijo Puntofijo-. O incluso puede que él mismo sea la anomalía viajera, con la capacidad de transitar entre dos mundos. O tal vez la inteligencia artificial existente en las entrañas de la Taberna Flotante haya sido capaz de engendrar una réplica del antiguo editor…
La conversación se fue animando y empezaron a hablar varias personas a la vez. Lem, confuso y aturdido, se dio cuenta de que estaba a punto de sufrir uno de sus ataques de narcolepsia evasiva. A medida que, en su mente, las voces se iban confundiendo en una algarabía de murmullos ininteligibles, las imágenes se disolvían en una neblina cerúlea, que de pronto se condensó en un mar de cerveza azul, el equivalente tabernario del océano de leche de la meditación yóguica. Un mar de olas espumeantes que se fue amansando hasta convertirse en una uniforme superficie si fin…