Este es el capítulo centésimo segundo de La Taberna Flotante. Estás ante la puerta del malfamado tugurio galáctico, que es un espejo gris (es decir, blanquinegro) e inversor con apariencia de página, y si sigues leyendo tal vez vislumbres tu cara oculta, la nuca de tu alma, como si la luz diera la vuelta al mundo circular al que te asomas.
Hoy no podrás entrar en la taberna, pues la puerta está bidimensionalizada. El tabernero sufre una doble crisis de identidad y no quiere ver a nadie, no quiere verse con/en nadie. Así que si buscas la compañía de los parroquianos habituales o alguna historia exótica evocada por los vapores de la cerveza azul, no sigas leyendo. Si lo haces, no entrarás en la Taberna Flotante, pero sí, tal vez, en La Taberna Flotante. Acaso por primera vez, acaso por centésima segunda. Pero en esta ocasión como deuteragonista evidente, como segunda persona de un relato sin principio ni fin que te invita a flotar en él.
Te preguntarás si te está hablando un narrador homodiegético o heterodiegético, limitado u omnisciente. Te preguntarás por qué el capítulo 101 se titula Primera persona y si el 103 se titulará Tercera persona. Y sé que te lo preguntarás porque, al leer que te lo preguntarás, la pregunta ha entrado en ti, la has hecho tuya, te ha tomado.
Tal vez sientas el deseo de leer los capítulos anteriores, si no lo has hecho todavía. Tal vez releas algunos, o todos, buscando indicios del camino que lleva hasta aquí, en un proceso en el que buscar y encontrar(se) son una misma cosa, aunque no siempre te des cuenta. Tal vez esperes con curiosidad nuevos capítulos o hayas perdido las ganas de seguir leyéndolos, si es que llegaste a tenerlas. Tal vez te desconcierte o te incomode esta interpelación intempestiva. Hasta puede que te asuste, que despierte algún viejo temor. Pero, por interés o por inercia, has seguido leyendo, has llegado hasta aquí y ya no puedes parar, ya no puedes salir. Has entrado -o reentrado- en La Taberna Flotante de una forma nueva o ancestral. Ya formas parte de la historia, de una manera que ni tú ni yo podemos tener del todo clara, que se irá aclarando -o no- capítulo tras capítulo…