
-¿Qué piensas al ver todes juntes a tus parroquianes asidues y tus visitantes más ilustres? -preguntó Chess mientras Lem contemplaba la hoja que había llenado de nombres, que contestó:
-Tengo la sensación de que esta lista tiene un significado que se me escapa.
-Porque no la has escrito adecuadamente.
-¿Qué quieres decir?
-Te has limitado a escribir los nombres uno tras otro. Has hecho una columna sin base ni capitel, una falsa cadena de eslabones sueltos, y tendrías que hacer un grafo.
-Entiendo… Quieres decir que debería indicar la forma en que estas personas se relacionan unas con otras.
-Y consigo mismas, sí. Un metagrafo cualitativo de aristas multicolores. Como primer paso.
-¿Y cuál sería el segundo?
-Si haces bien el grafo, intuyo (es decir, abduzco, en el sentido de Pierce) que en su núcleo se vislumbrará un rizoma.
-¿Un rizoma?
-Una estructura operativa descentralizada, un equipo no jerarquizado.
-Ya… No me puedo creer que un gato tan listo como tú haya perdido el tiempo leyendo a los posmodernos franceses del siglo XX.
-Deleuze y Guattari son algo más que eso, y el concepto de rizoma…
-Te leo un párrafo de un artículo de principios del XXI -lo interrumpió Lem tras sacar su dispositivo móvil, en cuya pantalla leyó en voz alta-: “Frente al clásico árbol de Porfirio, que pretende ordenar las substancias yendo de lo universal a lo particular, según un esquema que se ramifica a partir de un tronco central, Deleuze y Guattari propusieron un modelo descentralizado a imagen y semejanza de los rizomas: tallos subterráneos que crecen horizontalmente y de forma reticular, y en los que todos los nódulos son equivalentes e intercambiables. La metáfora es sugestiva, y resulta adecuada como modelo de estructuras y procesos que no se articulan alrededor de un centro o un eje, por lo que no es extraño que la eclosión de internet, la red por antonomasia, la haya reintroducido con fuerza en el discurso sociológico. Y no habría nada que objetar si el rizoma se presentara como un modelo complementario del viejo y eficiente (aunque limitado y a menudo engañoso) árbol taxonómico; pero Deleuze y Guattari lo propusieron como negación y superación del modelo arbóreo, que abusivamente identifican con la lógica de la dominación, como si el mero hecho de clasificar los elementos de un conjunto equivaliera a establecer relaciones jerárquicas. Incurriendo en una contradicción típicamente posmoderna, tras cuestionar los discursos metafóricos, Deleuze y Guattari pretenden convertir una metáfora botánica en modelo epistemológico. Y lo que empezó siendo una crítica del psicoanálisis acaba cayendo en el mismo error que denuncia, y que, básicamente, consiste en confundir lo literario con lo literal. O, para ser más preciso, en hacer aún más borrosa la difusa frontera entre lo connotativo y lo denotativo, entre el mapa y el territorio, entre lo especulativo y lo comprobable, entre la realidad y el deseo. Cuando Deleuze y Guattari dicen que solo existen el deseo y lo social, parecen citar un verso de Cernuda, que vino a decir lo mismo antes y mejor, y sin intentar darnos gato poético por liebre científica”.
-El gato poético que yo soy no pretende hacerse pasar por ninguna liebre, y este es uno de esos casos en que el rizoma es el adecuado modelo complementario. Sabes tan bien como yo que las personas más combativas de tu lista no aceptarán ningún tipo de organización jerárquica. Y de alguna forma tenemos que organizarnos, si queremos hacer frente a los Veladores. Por no hablar de ese algo que se mueve hacia aquí.
-Se supone que ese algo es benévolo.
-Sí, y los Veladores también. Y ante la benevolencia de alguien más fuerte, todas las precauciones son pocas.
Quizá, más allá de detectar ese rizoma, convenga contar con una representación dinámica: un metagrafo dirigido y multicoloreado, cuyas conexiones se entrelazan y se vuelven cada vez más complejas —o tal vez más sencillas— con el paso del tiempo.
Sí, un metagrafo 4D.