La Taberna Flotante

El hilo de seda

Taberna flotante #76

Spider de Louise Bourgeois. Imagen de catálogo

Por un momento, Chess y Neurénula pensaron que Milijon II estaba aturdido y no era consciente de que llevaba puesta una escafandra; pero enseguida pudieron comprobar que en aquella segunda versión miniaturizada de Tichy el disfraz se había fundido con la piel. Y a Milijon II no le sorprendía en absoluto, por lo que dedujeron que la «sopa lista», como habían pasado a llamarla, había llevado a cabo los oportunos ajustes en su cerebro.

-¿Por qué lo habrá hecho? -preguntó Neurénula.

-Yo, de momento prefiero no pensar en las posibles intenciones de la sopa -contestó Chess-. Suponiendo que sus actos respondan a algo parecido a intenciones.

-Pues yo ni pienso en ello ni me importa -dijo Milijon II-. Lo que quiero es entrar cuanto antes en la perla que hay ahí abajo.

-¿La tienes localizada? -preguntó el metagato.

-Sí -contestó la diminuta réplica de la criatura de la Laguna Negra-. A no ser que se mueva, que no lo creo, sé exactamente dónde está. Y quiero entrar y volver a salir antes de que disminuya tanto de tamaño que ni siquiera yo quepa en ella.

-Previamente tenemos que preparar algún dispositivo que garantice tu regreso -dijo Neurénula.

-Habíamos pensado en una escafandra inteligente… -empezó a decir Chess.

-Dejaos de sutilezas -lo interrumpió Milijon II-. Bastará con un cable de seguridad. Voy a pedírselo a la sopa.

Dicho lo cual, se zambulló en la laguna y desapareció bajo la verdosa superficie. De la que emergió, al cabo de unos minutos, una araña enorme, de larguísimas patas y cuerpo informe.

Neurénula y Chess retrocedieron instintivamente, pero el gigantesco arácnido no parecía hostil. Se quedó inmóvil en la orilla y empezó a segregar un reluciente hilo gris de medio milímetro de grosor.

Milijon II salió de la laguna y, mientras se ataba a la cintura el extremo del hilo de araña, dijo:

-Le he pedido a la sopa un cable largo, ligero y resistente, y esto es lo mejor que ofrece la naturaleza. Tirad del hilo dentro de una hora y sacadme de donde sea.

Y sin darles tiempo a replicar volvió a zambullirse en la laguna.

La gigantesca araña emitía su hilo de seda a una velocidad proporcional a su tamaño. Y al mismo ritmo desaparecía el hilo bajo la superficie.

-Aproximadamente un metro por segundo -estimó Chess.

-Ya debe de haber entrado en la perla, y el hilo sigue fluyendo -observó Neurénula-. ¿Crees que volverá con el primer Milijon?

-Yo me conformaría con que el segundo volviera de una pieza y con algo de información -contestó el metagato acariciando el aire con su peluda cola.

Al cabo de un cuarto de hora, el hilo de seda dejó de fluir.

 -No ha ido muy lejos -dijo Neurénula-. Un kilómetro, aproximadamente. ¿Lo traemos de vuelta?

-Creo que es mejor que sigamos sus instrucciones y esperemos a que transcurra una hora -contestó Chess-. Si se ha detenido, será porque ha llegado a algún lugar interesante y está explorándolo.

-O porque algo le impide seguir avanzando. O porque está muerto.

-En ese caso, da lo mismo traerlo de vuelta ya o esperar un poco más.

2 Comentarios

  1. Por lo que parece, Milijon II es igual de decidido que Milijon. Quizá la sopa le ha otorgado un cable de seguridad acorde a su tenacidad.

    Veremos lo que ocurre tras el equivalente terrestre a esos tres cuartos de hora.

  2. Evocar los hilos de seda para construir un mundo más resistente incluyendo la percepción, del ánimo sobre todo y elástico por cierto segregado por la araña del tiempo esperando paciente envolver la materia, la nuestra, para una caída o ascenso más leve, parte de aquel que fue es y será…

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