Crónicas en órbita

Salvemos Caótica: librerías y lectores que no se rinden

Imagen de la campaña de Caótica.

«¿Has imaginado alguna vez cómo sería tu ciudad sin librerías?». Con esa hipótesis conscientemente distópica comienza la carta abierta que, como un doliente preaviso del síndrome posvacacional o una nefasta noticia-augurio para quienes empezaban o continuaban sus días de descanso, recibían este lunes 1 de agosto los lectores de Caótica. La librería se niega a nombrarlos meros clientes, y esa es una de las claves de este anuncio: hay algo de un valor incalculable que este espacio cultural, más allá de su relevancia económica, ha traído a la ciudad y a sus habitantes. Por cuestión de dinero, desde luego, se ve ahora amenazada y asfixiada, y por eso grita auxilio. La de este local es una historia —más— de gentrificación en el centro de una gran urbe, en este caso Sevilla. Cuando se apuesta todo al negro, al rojo o al turismo, es muy probable que solo la banca acabe ganando. De momento, sobre Caótica pende una demanda de desahucio, como una guillotina. Una «medida drástica» con la que el propietario del inmueble deja claro que no confía en esta inquilina rebelde, pese a la fuerza colectiva que la apuntala: sus amigas y amigos, que se reparten por todo el país, y a quienes ha abierto las puertas desde abril de 2017. La misma gente a la que ahora se pide un (pen)último esfuerzo para salvar una injusticia y la que sería una pérdida irreparable en nuestro escenario cultural; que hagan frente común y le devuelvan esa vida extra que la librería les ha dado en estos años, colaborando con una aportación económica para evitar el desastre.

En redes sociales ya se están organizando amigas lectoras, autoras, editoras, periodistas, afectadas y simpatizantes, en torno al lema #CaóticaNoSeRinde y con la imagen de la niña buzo por bandera, esa joven que representa la posibilidad de zambullirse en un mar de libros, de respirar algo que no sea el aire acondicionado de los hoteles, apartamentos turísticos y cafeterías franquicia; la posibilidad de futuro, nada menos. Algunas han recordado que el vecindario de un barrio neoyorquino sacó a flote la librería Westsider Rare & Used Books en un impulso emocionante que esperan pueda servir de inspiración. El periodista sevillano Sandro Pozzi, que fue corresponsal en la Gran Manzana durante dos décadas y escribió aquella «noticia de impacto en medio mundo», la ha compartido ahora, apelando a un movimiento similar, para que —al menos esta vez— no pasemos página y sigamos a otra cosa. Del mismo modo en que la sociedad civil ha conseguido organizarse para impedir que pongan en la calle a personas sin otra culpa que naufragar en un sistema con evidentes fallas estructurales, se nos insta a plantarnos ante este nada sostenible engranaje que podría dar al traste con las expectativas de futuro de 13 familias, las de las socias trabajadoras de Caótica.

Escaparate y parte de la fachada de Caótica en Sevilla. Foto: Fernando Alda.

El sistema, ya lo hemos advertido alguna vez, nunca ha acabado de funcionar para demasiada gente. A Caótica el golpe en la línea de flotación se lo han dado factores coyunturales de los dos últimos años: sobre todo, los devastadores efectos de la pandemia, sin la que «se hubieran cumplido todas las previsiones»; ya en este 2022, el alza de la inflación y de las materias primas, crisis del papel por medio, tampoco han ayudado. Pero estas cuestiones solo han agravado problemas sistémicos que nunca han acabado de encararse. Como las reglas del juego económico que favorecen a las grandes plataformas y grupos editoriales, aquellos que con la excusa del virus han minimizado la ya de por sí exigua cuota de mercado de las librerías de barrio. Otra imposición del sistema es la desregulación de los alquileres, gasto crítico para cualquier pequeña y mediana empresa en nuestro país. También es el trozo de pastel que muchos quieren, porque, como se nos recuerda en la carta, poner ahora en el mercado el local de Caótica supondría poder doblar el coste del alquiler pactado hace cinco años; «ahora que la calle se ha revalorizado por nuestra presencia y la presencia de nuevos comercios», recuerdan. Si la propiedad tiene derecho a cobrar lo suyo, la librería debería tener derecho a demostrar que su proyecto cultural es vital y sigue vivo.

Lo peor es que Caótica ya es hija de otro proceso gentrificador de especulación inmobiliaria, el que padeció La Extra Vagante en una zona casi perdida hoy para la causa, la Alameda de Hércules, hasta hace no tanto un símbolo de la contracultura sevillana. Fue un soplo de aire fresco este nuevo proyecto en la calle José Gestoso, junto a la revalorizada (ay) Plaza de la Encarnación —ahora Las Setas—; quizá la idea inicial es que fuese la Plaza de la Reencarnación de aquella cooperativa. Y así ha sido desde aquel lejano 20 de abril de 2017 en que la ciudadanía colapsaba los alrededores de Caótica en su première. Pocas veces se había vivido en la capital hispalense un acontecimiento así relacionado con la inauguración de un espacio cultural. «Una auténtica celebración de los libros y de la vida en su acepción más lúdica, abigarrada y extravagante», hacía un guiño Charo Ramos en las páginas de Diario de Sevilla. En las de El País, Raúl Limón también se hacía eco de la buena nueva y cerraba su artículo con la cita de Airton Ortiz que nos recibía en la primera planta: «Somos el resultado de los libros que leemos, los viajes que hacemos y las personas que amamos». Volviendo a la distopía que plantea la carta de SOS, podríamos imaginar qué seríamos sin los libros de Caótica, sin los paisajes y las realidades y la gente amable que hemos descubierto entre sus estanterías.

Presentación con las escritoras Laura Fernández y Sara Mesa, diciembre de 2021. Foto: Caótica.

Pero mejor dejemos de proyectar un porvenir sombrío y centrémonos en lo que se puede hacer, como en el mensaje enviado por Caótica a todas sus unidades. Porque su carta, de nuevo a contracorriente, dibuja alternativas. Por un lado, propone una actualización de la Ley del Libro y la protección de las librerías independientes si se quiere evitar la desaparición del tejido empresarial y cultural de las ciudades, lo que les da vida (incluso, sí, de cara al sacrosanto turismo). Por otro, insta a los ayuntamientos a seguir el ejemplo de Barcelona y crear «una bolsa de comercios de protección social», para que no nos vaciemos de cultura. Y finalmente, anuncia una reformulación del proyecto que convertiría Caótica en un hub creativo-cultural junto a Vicentina Café y Prodigioso Volcán, volviendo a los clubes de lectura, a los talleres formativos, a la ampliación de sus secciones de libros… ideas no van a faltar, ni ganas de ponerlas en marcha, porque ese siempre ha sido el espíritu de este espacio de libertad. Pero todo ello pasa por una acción a corto plazo: parar el desahucio con el apoyo de su comunidad. Hacen falta donaciones y hace falta difusión; toda ayuda es poca y a la vez decisiva para «aportar oxígeno» a esa niña buzo a la que se ha abandonado a su suerte, que será la de muchas de nosotras.

En esta nueva etapa desde su refundación en 2019, la revista Mercurio ha tenido en Caótica a una de sus valientes madres adoptivas. Allí hemos tenido nuestra casa porque nuestra casa son los libros y quienes los leen; la cultura y quienes la hacen posible. Así pues, aquí estamos las huestes mercurianas: dispuestas a resistir y a continuar ejerciendo nuestro derecho a una de las actividades más peligrosas del mundo, al menos para algunos.

8 Comentarios

  1. Pingback: Libros de la semana #73 - Revista Mercurio

  2. ¿Por qué hay que salvar a esta gente y están todos los medios progres detrás haciendo campaña para ello y no se ha movido un solo dedo ni se ha hecho ninguna campaña para todas aquellas librerías que han cerrado estos años en Sevilla ?. ¿ Que tentáculos poderosos tiene detrás este chiringuito de cierto partido político? ¿ Por qué ellos si y otros no?. Puedo dar nombres de negocios del sector que cerraron sus puertas como Birlibirloque, Maymen, Cefiro, Cooperativa de Arquitectos, Al Andalus, Vitruvio, Interbook, Diaz de Santos, Novalis, La Fragata Azul, Repiso, Librería de Ultramar, Especies de Espacios, Troa San Telmo, etc, etc… y nadie derramó una sola lágrima por ellas.

    • Totalmente de acuerdo, David. Todas las librerías de esta ciudad merecen el mismo reconocimiento de ente cultural y ninguna va pidiendo dinero para subsistir. Parece que sólo existe esta librería. ¿Y las demás? ¿Y las que realmente sufren la gentrificación o las que están en barrios y tienen el mérito de llevar ese punto cultural fuera del centro? Es injusto cómo se han hecho eco los medios con una noticia que además no encaja bien: ¿gentrificación es un aviso de desahucio por no pagar meses de alquiler? Eso sería si les hubieran subido la cuota, no? Apoyemos a todas las librerías independientes de verdad, no las que dependen de los medios y de pedir dinero sin más.

  3. En caso de ser verdad ¿No será que se debe a una pésima gestión? ¿Y si no es verdad y es solo una estrategia para recaudar dinero y así poder darle ese giro del que hablan al negocio?.
    Esta librería no es ningún referente en la ciudad y poner como ejemplo al ayuntamiento de Barcelona es intentar tomar a la gente por imbécil, en Barcelona se cierran negocios históricos de todo tipo, tiendas sobre el mundo del cine, negocios de hostelería emblemáticos, cines, alimentación y por supuesto, librerías. Ve y monta tu negocio en el centro de Barcelona y luego me lo cuentas. No somos imbéciles. Criticar el trato al cliente en las grandes cadenas de libros es otra idiotez. ¿Qué sabrán ellos del trato que tienen esos trabajadores con sus clientes?
    Si no puedes vender libros a vender tornillos y a llorar a otro barrio que este cuento es muy viejo.

  4. Pero ¿Caótica es la única librería que tiene problemas económicos?
    ¿Por qué tanto revuelo?
    ¿Por qué sale esta noticia aquí y en, que yo haya visto por ahora, dos periódicos locales?
    ¿Son más que otros?
    Yo no me alegro, por supuesto, del cierre de ningún negocio, y las librerías me dan, especialmente, muchísima tristeza verlas desaparecer como llevo viéndolas desde hace años aquí en Sevilla, es muy muy penoso.
    Pero a ninguna se le está dando este trato tan «especial».
    ¿Me he perdido algo?
    Yo soy una mujer de izquierdas, amante de la cultura, defensora de los derechos de los animales y plantas, entre muchas otras cosas más (digo ésto porque ya he leído alguna contestación en un periódico a una persona que decía que hay un partido político detrás de todo ésto, y las contestaciones eran que si era de un partido de ultraderecha, que si se quitara la pulserita con la bandera de España y leyera, vamos, lo típico cuando no se tienen argumentos; insultar. Así que no se confundan conmigo, detesto a la derecha).
    Se supone que todas y todos somos iguales, tenemos las mismas oportunidades, los mismos derechos, vuelvo a preguntar
    ¿Caótica es la única librería que tiene problemas económicos?
    ¿Qué pasa con las otras que han tenido que cerrar y que nadie montó tanto revuelo para salvarlas? ¿Eran menos que Caótica? ¿En qué y por qué?
    No veo que ésto sea justo, en absoluto.
    Y si tienen ayuda de algún tipo, si es cierto que les ayuda algún partido político, pués que tengan la valentía de admitirlo y no se rían de los demás, ya está bien de tomarnos el pelo, ya está bien de privilegios a según quién.
    Todos tenemos derecho a un trabajo digno y a ayudas cuando las necesitemos, todas y todos.

  5. Acabo de leer justo ahora en un diario que los lectores han salvado del desahucio a Caótica, enhorabuena.
    Ahora sí que tengo respuestas a todas las preguntas que me hacía… vaya que si lo tengo ya claro.
    ¡VIVA la igualdad!

  6. Trabajan menos horas que nadie, mucho menos que otras librerías a las que no se les a brindado ningún apoyo. Deben dinero a las distribuidoras ( de ahí que vayan ellos mismos a comprar libros a grandes cadenas porque no les sirven esas mismas distribuidoras ). Cadenas a las cuales culpan de su desahucio, además de infravalorar el trabajo de sus libreros. Ese desahucio es provocado por el impago y no por la gentrificación, que eso sí que lo han provocado ellos. Inflan los precios de algunos libros con nuevas etiquetas encima del original ( tengo algún ejemplar en las manos). Pagan de aquella manera a los trabajadores que contratan y me sorprende que ninguna librería de la ciudad muestre apoyo alguno públicamente ante tanto alboroto.
    Lo que tiene que hacer el alcalde es resolver el problema de la feria del libro, que eso sí que es de todos y no centrarse en esta librería aburguesada que en nada representa cultura alguna en esta ciudad. Supongo que a quienes le han sabido vender la moto los apoyan y los que vemos que venden humo tenemos mucho que opinar, aunque lo hayamos hecho desde otro canal y lo hayan censurado en tiempos de «tanta libertad».
    Engaño y postureo no faltan, lo de leer buenos libros lo dejamos para otro día.

  7. Pingback: Marta Tutone - Jot Down Kids

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