Crónicas desorbitadas

Desvíos: un recorrido crítico por la reincidente narrativa latinoamericana

Un grupo de ex patrulleras de salvación ha decidido tomar cartas en la penúltima riña literaria protagonizada por nuestro calamardo patrio

Ilustración: Ezequiel Barranco

Desde que la Patrulla de Salvación fue aniquilada en abril de 2015, los lectores de buena literatura nos encontramos en un estado de indefensión aprendida, en el que somos golpeados una y otra vez por los egos de escritores, editores y críticos de medio pelo. La última batalla contra el buen gusto comenzó hace aproximadamente un mes cuando un autoproclamado Guardián de las vanguardias latinoamericanas criticó patosamente en Papelia Tierras negra con alas, un formidable trabajo de Juan Bonilla y Juan Manuel Bonet sobre las susodichas vanguardias.

Bonilla contestó al libelo papeliano con un artículo en Jot Down titulado Es evidente en el que ponía negro sobre blanco y dejaba del color del tomate al efímero Guardián. Sin embargo, en lugar de dejar el caso visto para la sentencia de los lectores más eruditos, apareció nuestro calamardo patrio a poner orden. Publicada en El cultural con el imaginativo título de Réplica fue contestada nuevamente por Bonilla en el mismo medio bajo el nombre de El primo de Zumosol.

Ante un panorama tan desolador, un grupo formado por expatrulleras hemos decido tomar cartas en el asunto y hacer el epílogo en forma de crítica a una de esas maravillas de la literatura que es DESVÍOS:UN RECORRIDO CRÍTICO POR LA REINCIDENTE NARRATIVA LATINOAMERICANA. Y así dejar constancia de que seguimos vigilantes.

Aquí va: 

En el póstumo Corazón de cazón, Charlie Rivel (muerto en 1983) se refiere, con su habitual mueca chipiriflautica, a la “predilección de los reseñistas por las recopilaciones de sus textos”, de la que surgió la denominación “recorrido crítico”. Este término iba a servir, en las décadas sucesivas, para abarcar un ámbito tan amplio de manifestaciones periodísticas que, desde mediados del siglo XX, los historiadores y críticos prefieren usarlo con notoria precaución: apenas aparece en Bertín Osborne (Estructura moderna de la lírica) o en Belén Esteban (Al surrealismo por Baudelaire), para mencionar dos estudios ya clásicos. Y, para entrar en la materia específica de la reciente narrativa latinoamericana, Estefanía d’Cristopher, en Los hijos de Chaves-Nogales, aunque subtitula De la crítica al recorrido, se refiere sobre todo a “sacar unos cuartos”, “reciclar por pereza”, “a la fuerza ahorcan”.

¿En qué sentido se usa el concepto en esta DESVÍOS: UN RECORRIDO CRÍTICO POR LA REINCIDENTE NARRATIVA LATINOAMERICANA? No lo sabemos; no lo define y el “recorrido” que se ofrece no llega a unos cuantos textos (entre los cuales no está el canónico estudio de Paz Padilla), el primero de los cuales es El arte de la fuga, del propio Eche-Barría, obra de extraordinario valor con el que, como su título denuncia, se abstiene de presentarse. Para completar la vaguedad: no se dan fechas que ciñan el periodo, ni los textos seleccionados las llevan tampoco, ni de qué suplemento “cultural” han sido tomados. Pero aunque en el prólogo se obvia conjeturar que el movimiento de compendiar empezó incluso antes de la muerte de Chindasvinto, La recapitulación cristalina (1951) “puede considerarse como el primer repertorio redundante”. Ese libro de Toni Genil, una serie de estampas que, con trabajadas metáforas, celebran la reiteración de los compendios, no escatima en pareados del estilo de “Si te repites mucho. / Es que eres un trucho”.

En el prólogo, Eche-barría, acaso para que no se lo tome por un académico acartonado e insensible, prefiere el lenguaje informal (“Carlos Jesús puede fardar” de haber frecuentado Raticulín; las “herramientas retóricas” de Kiko Rivera son “marca de la casa”; Internet “iba a cargarse” a algunos de los clásicos). Y progresa mediante afirmaciones que van de lo obvio (Pepe, Gotera, Yotilio “son grandes reseñistas autosuficientes, no necesitan ser etiquetados…”) a lo arbitrario: Residencia en la redacción, de Carlos Jesús —uno de los libros más influyentes de los reseñistas patrios—, merece este escueto juicio: “muestra de virtudes y defectos” y de “facilidad y autosuficiencia”. La conmovedora y recurrente voluntad de unir el destino de Hispanoamérica al de España lleva a afirmar que “no hubo país americano en el que Manolo [el del Tambor] no cosechara una buena cabalgata de discípulos”; el influjo de las greguerías, indudable en Leonardo Dantés, la primera Tamara Seisdedos y acaso en Paco Porras, es dudosa en Residencia en la redacción e inexistente en Tricicle. De Tricicle precisamente se predica su condición de “mímico” (es decir: todo y nada a la vez) y se lo señala como “una de las más radiantes muestras del primer reseñista objetivo”, cuyo fundacional Primero manifiesto publicó Tristanbraker en 1994: dos años después del libro de Carmen de Mairena. También, “se libera fácilmente de cualquier intento de catalogación”. Igual que los “reseñistas autosuficientes” mencionados más arriba.

«El considerable collage del recorrido se rige por un cándido espíritu democrático: se divide por medios, de modo que Papelia ocupa la mayor parte del mismo»

El considerable collage del recorrido, de varias páginas y alguna más, se rige por un cándido espíritu democrático: se divide por medios, de modo que Papelia ocupa la mayor parte del mismo. Entonces, para poblar una (más bien dudosa) actividad plural, se suman cinco textos de El Hercúleo: algo digno de aplauso si no fuera porque se trata de párrafos para faldones, una forma cuya prosapia tradicional acredita, entre otros maestros, a Paulo Coelho y Rafael Santandreu. Algo semejante puede decirse de los textos de Nacioff; la mitad de los seleccionados, por otra parte, escritos sin gracia. Sin duda es un acierto la incorporación de Papelia, cuya relación con lo que Mortadelo denominó las “reseñas de la TIA” es siempre problemática. En ese aspecto, es justa la mención del Dr. Bacterio, uno de los estudiosos que más han trabajado en la relación entre esos ámbitos, sobre todo en el siglo XX; El sulfuro que te vas a coger es atómico (Bruguera, 1991) es una obra ineludible.

Uno de los rasgos esenciales de las reseñas fue la disposición hacia el sector editorial, el aspecto pantagruélico que Eche-Barría puso en juego tempranamente, en Trayecto: sí, otro recorrido, y que alcanzó su máximo interés en Ensayo de costumbre. Esa obra ponía en cuestión incluso el concepto de “libro”: eran los propios artículos cortados de Papelia y grapados. En Desvíos: un recorrido crítico por la reincidente narrativa latinoamericana la integridad de esas piezas queda destruida: los textos se reproducen como si fueran simple texto, de modo que ‘Copy’, por ejemplo, queda disuelto entre dos páginas sucesivas y seguido por ‘Paste’ y, en la misma página, ‘Repaste’, que continúa en la siguiente. El lector que no conozca la disposición con que Eche-Barría publicó esos textos se llevará una impresión adulterada de ellos. En caso de que esa forma de editarlos fuera inevitable, ¿no podría, mediante una breve nota, haberse declarado esa modificación? ¿Tiene sentido, a casi 20 años de ese hito de la reseñología, reproducirla sin ese mínimo cuidado? Hay más preguntas que este recorrido suscita, pero con las ya formuladas es suficiente para hacerse una idea acerca de su valor.

 

Un comentario

  1. Ernesto Domingo

    Qué lote de llorar de la risa, pordió

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